Richard Gere, en un film de espionaje que no encuentra su ritmo
A estas alturas ya todos deberían (o deberíamos) reconocer que Richard Gere tiene algo.Y deberíamos definir ese algo. Tal vez sea lo que André Bazin y muchos otros llamaron fotogenia. O tal vez sea eso junto a su "cualidad de estrella" (seguro que una cosa llevó a la otra). O tal vez todo se base en que es, sin más vueltas y sin perjuicio de lo anterior, un galán, ahora maduro, quizás eterno. Es cierto que muchos lo aborrecen (sobre todo entre la crítica) y también es cierto que suele tener un público seguro. Con los ojos chiquitos de siempre y con el pelo blanco desde hace unos años, Richard Gere ostenta una extensa carrera con más bodrios que grandes películas (títulos como Cotton Club de Coppola y Días de gloria de Malick, e incluso Mujer bonita de Garry Marshall, son más bien la excepción y no la regla en su currículum). Pues bien, Gere -para bien o para mal- es el atractivo casi solitario de Misión secreta , una de esas películas que se parecen a tantas otras películas hechas sin rigor, con escaso vuelo y con demasiadas inconsistencias. Por supuesto, si sólo se va a ver a -y a suspirar por- Gere, el menú se vuelve más apetitoso a la vista, pero hay que decir que la película tampoco cuida a su estrella: en una persecución nos deja ver que Gere ya no puede correr como antes. Y no es eso lo que quiere contar, quiere contar que está en buena forma pero, por torpeza, muestra demasiado tiempo que Gere corre y, aunque el montaje se acelera de manera muy evidente, no logra cortar antes de que lo veamos agitado y que notemos que en realidad ya no puede perseguir -ni seguir- a esa velocidad.
De velocidad debería saber el director de Misión secreta , Michael Brandt, debutante en este rol pero guionista de +rápido +furioso , y también de Se busca y de la remake de El tren de las 3.10 a Yuma . Sin embargo, aquí hay notorios problemas con la velocidad y sobre todo con la dosificación de la información. Básicamente, Misión secreta trata de espionaje.En Washington DC matan a un senador. Y aparecen la CIA y el FBI. Un agente del FBI que hizo su tesis sobre un famoso espía ruso que se creía muerto o al menos retirado insiste en que este asesinato lleva grabado su modus operandi. Un legendario espía retirado de la CIA que conoció mucho al ruso en cuestión es llamado para que se encargue de investigar junto al joven agente del FBI. Se juntan entonces el veterano (sí, Gere) y el joven (Topher Grace), el hombre de acción y el de oficina, y la película no aprovecha eso, ni lo otro, ni lo de más allá (apenas alguna frase sardónica de Martin Sheen rasguña el tedio y la superficialidad). Misión secreta revela la supuesta intriga temprano, pero, claro, eso es lo que creíamos, porque al final pega unas volteretas que no logra explicar ni siquiera decorosamente. Y cuando intenta cerrar con algo parecido a un plano-idea sobre "la vida americana" directamente se disuelve en la irrelevancia.