Uno se pregunta cuánto tiempo perdieron los guionistas en pergeñar el andamio narrativo de este film, que acumula lugares comunes como un estudiante crónico exámenes sin rendir. Asesinato misterioso; el modus operandi indica la reaparición de un asesino ruso que se creía eliminado; el viejo agente de la CIA que lo despachó vuelve a investigar el asunto con un novato. ¿Cuántas veces vio esta película o en cuántos films encontró estos mismos elementos? Bueno, eso mismo. ¿Y entonces? Entonces, la película es entretenida porque sus intérpretes -el cada vez más autoparódico Richard Gere y el siempre mal explotado Topher Grace- son simpáticos y uno tiene ganas de ver qué hacen con este menjunje. Y logran ese pequeño milagro que hace que uno no sienta vergüenza de pagar la entrada: que creamos que tanta cosa repetida, a sus criaturas les suceden por primera vez. De eso se trata y, si bien no dignifica demasiado, el film cumple.