Tim Burton intenta sacudirse el moho de encima y retornar al terreno del grotesco y la fantasía con el que supo ganarse el cariño del público y la admiración de los críticos.
De la mano de la adaptación de la novela homónima infantil de Ransom Riggs (la primera de una saga), el realizador nos cuenta esta historia protagonizada por el joven Jake (Asa Butterfield), un muchachito bastante loser que creció escuchando las fantásticas historias sobre monstruos que le contaba su abuelo Abe (Terence Stamp).
Las fábulas quedaron atrás mientras crecía, pero una tragedia familiar pone en duda su salud mental y abre un misterio que Jake intentará develar viajando junto a su padre a una remota isla de Gales, donde tratará de hacer contacto con Miss Peregrine (Eva Green), la encargada del orfanato donde creció su abuelo.
Al llegar al lugar descubre que fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial, pero nada es lo que parece, porque ese día en particular está encerrado en un bucle temporal anclado en 1943 donde Miss Peregrine (una Ymbryne, capaz de convertirse en ave y manipular el tiempo) cuida de sus huerfanitos, niños con habilidades extraordinarias que deben permanecer ocultos de otros seres “peculiares” y malvados que necesitan de sus ojos.
Jake, que no se cree un choco para nada especial, tendrá que decidir si volver a casa con su padre o ayudar a sus nuevos amigos varados en el tiempo. Esta es la excusa de Burton para desplegar su parafernalia visual y sus extraños personajes, pero todo resulta bastante repetitivo.
Tim ya no sabe como maravillarnos y recurre a sus viejos trucos. Todo nos resulta un tanto familiar (desde los colores, la puesta en escena, incluso la joven Ella Purnell tiene un aire bastante parecido a Christina Ricci), monótono y, por ende, aburrido. “Miss Peregrine y los Niños Peculiares” (Miss Peregrine's Home for Peculiar Children, 2016) no se la juega y se queda en el camino entre lo clásico y lo bizarro, sin aportar nada desde lo narrativo (una nueva saga young adult sin esencia), ni la estética que supo presumir el director en el pasado.
La historia de Jake y sus traumas pasa a ser una serie de hechos anecdóticos adornados con bonitos efectos especiales. Ni la siempre genial Eva Green logra impactar con un personaje que poco hace, como la mayoría de los adultos de la historia.
Ya nos cansaron los villanos genéricos interpretados por Samuel L. Jackson, los adolescentes torpes en pleno siglo XXI y los relatos sin identidad que no saben muy bien a qué público dirigirse.
“Miss Peregrine y los Niños Peculiares” (tal vez) funcione mejor con una audiencia menuda gustosa de la acción y la fantasía, que no se espante tan fácilmente y aguante las más de dos horas de aventura que propone Burton. Pero para los adultos amantes del disfrute no tiene nada que ofrecerles, ni forma de conmoverlos más allá de unas lindas imágenes y un grupo de jóvenes actores para tener en cuenta.
Sí, Tim Burton perdió el toque y ya no sabe como recuperarlo. Esta parecía ser una buena oportunidad para demostrar sus dotes y su particular estilo visual, pero no pasa de un cuentito, un tanto aburrido que, de peculiar, no tiene absolutamente nada.