En Miss Peregrine, Burton recupera parte de su magia con viajes en el tiempo y personajes cautivantes.
La novela de Ransom Griggs, en la cual se basa Miss Peregrine y los niños peculiares, encaja perfecta con el imaginario de Tim Burton. Un hogar encapsulado en un bucle de tiempo en el que viven una bella guardiana (Eva Green) con la capacidad de transformarse en ave y manipular el tiempo, y sus niños peculiares. Jóvenes con capacidades especiales que pueden atrapar el aire, encender fuego con las manos o poseer una fuerza sobrenatural.
Justamente la misión de la señorita Peregrine será proteger al grupo de niños freaks de los peculiares malos, aquellos que comen ojos de su misma especie para tener un aspecto más humano. La historia comienza cuando un joven de vida ordinaria descubre que las extrañas aventuras que le contaba su abuelo son ciertas. En su afán de rastrear la verdad viajará a una isla en Gales y allí será guiado a descubrir este lugar excepcional, al que él puede entrar ya que también es peculiar. Su poder es ver monstruos que para los demás son invisibles.
La niña con boca en la nuca y los temibles gemelos. (Foto: Fox).
A partir de este encuentro, el nuevo peculiar se unirá al grupo para defenderlo de los ataques de los extraños monstruos. Inmersos en batallas fantásticas y atemporales también habrá lugar para el amor y forjar la amistad. En su nueva película, Burton retorna, en parte, a sus orígenes, sobre todo desde la composición estética que es impecable. El delineado de los personajes y las batallas son bellísimas, hay una entre esqueletos y monstruos a la salida del tren fantasma que es notable.
En lo que no logra completitud, como sí lo hacía con El joven manos de tijera o El Jinete sin Cabeza, es desde el punto de vista narrativo. Aquí no solo la estética es barroca, también lo es la narración. Hay demasiados personajes y varios interesantes quedan desaprovechados (como los niños gemelos, o los malos). También surge un problema de timing, no hay clímax o nudo. No hay una gradación hacia el momento de mayor tensión, la narración es dispareja y enrarecida, como a tropezones.
Más allá de estas imperfecciones, la película tiene momentos memorables. Burton posee una visión única para tratar temas góticos con personajes inusuales, donde es muy atinada y lograda la dosis de humor. Miss Peregrine y los niños peculiares, si bien no es una obra maestra, es un viaje insólito y divertido que vale la pena realizar.