Esta coproducción entre Argentina, Uruguay y España gira alrededor de la figura de la reconocida actriz Natalia Oreiro, que en esta película retoma el estilo que la ha llevado a la popularidad a través de varios y exitosos productos televisivos. En los últimos años el formato del cine ha sido el elegido por ella para desarrollar su versátil carrera, al principio abordando personajes afines a su impronta, pero luego aceptando roles más riesgosos, como en Las vidas posibles, y la muy reciente Francia, aún en cartel. Miss Tacuarembó se podría considerar un mix de ambas vertientes, no solamente porque la Oreiro sorprende componiendo dos caracteres opuestos, sino porque el film, dentro de su apuesta popular, encierra una serie de ítems más que interesantes. Más allá de la trama de Natalia, luego Cristal (un nombre simbólico por varias razones), una chica de pueblo que busca concretar sus sueños, la historia cuenta con una serie de elementos que la distinguen de lo convencional.
El título del film remite a un pueblo uruguayo desde donde la protagonista -en ese tramo interpretada por la promisoria niña Sofía Silvera-, busca dar el gran salto hacia la capital de Buenos Aires, con muchos retos a vencer, como los prejuicios sociales y religiosos. En su adultez, donde llegará a transitar por patéticos ciclos televisivos, Natalia-Cristal tendrá encuentros singulares que realimentarán sus deseos, como con su madre catequista y con el mismo Jesús (una oportuna y ajustada creación de Mike Amigorena).
El realizador de cortos y video clips Martín Sastre arriba a un ambicioso primer largometraje apelando a saludables dosis de creatividad, humor, desenfado y mordacidad, recurriendo a toques kistchs y almodovarianos sin dejar de lado la emotividad, pero tal cantidad de ingredientes no alcanzan la mejor amalgama. Oreiro luce lo mejor de su carisma y talento, muy bien acompañada por Diego Reinhold y por participaciones especiales de Graciela Borges, Rossy de Palma y el mencionado Amigorena.