Miss Tacuarembó

Crítica de Jorge Carnevale - Revista Noticias

Natalia Oreiro no para, y lo bien que hace. Funciona bien en cualquier registro, pero en la comedia se mueve con total frescura. Pudo quedarse cómoda en las telenovelas, o en la canción, pero arriesga. Este es un cuento de hadas contemporáneo, que pueden disfrutar chicos y grandes sin nivelar para abajo. Es el registro primoroso de la vida de Natalia -cuya infancia transcurrió en un pueblito uruguayo, en la década del ‘80, alimentada por la música de los Parchís, la coreografía de “Flashdance”, las vinchas flúo y gran consumo de telenovelas-, pero con otros resultados. Porque los sueños y anhelos de triunfo de la protagonista se estrellan con la dura realidad. A Natalia la rebotan en todos los castings y acaba cantando y bailando en un curioso parque de atracciones, disfrazada de Tabla de la Ley. Coproducción entre Argentina, Uruguay y España, funciona gracias a un formidable trabajo de equipo. El musical es un género plagado de riesgos, pero acá nadie da la nota en falso. En esta aventura caben el amor y el espanto, la ternura y el riesgo, no faltan la pérfida Cándida (también a cargo de Oreiro), un Cristo que sale de la cruz para besar apasionadamente a Natalia, secuencias tenebrosas, y las presencias invalorables de Diego Reinhold, Rossy De Palma y Jeanette Rodríguez como hada madrina. Dirigida con elegancia por el debutante Martín Sastre, cuenta con música de Ale Sergi (más algún aporte de Ricardo Mollo) y apunta al definitivo triunfo de la voluntad, en una sociedad que discrimina al diferente.