El acosador de oriente.
Roberto se presenta como un muchacho amable, bien dispuesto, cortés, al tiempo que se nos hace intrascendente, inexpresivo y algo pavote. Se las rebusca como extra de publicidades mientras cuida casas. Roberto es mitad chino, mitad japonés y nunca besó a una chica; por eso sueña con hacer una película en la que dos mujeres se pelean por él.
Pero en la realidad se agarra un metejón bárbaro con una chica que accidentalmente le pisa una mano en la calle.
El tipo sigue a la muchacha, la espía, averigua en donde vive; desde entonces sueña con ella hasta que el destino los une en un casting. Lo que el espectador ve es la inconmensurable diferencia que hay entre ambos protagonistas de esta historia y la insistencia de él para lograr su objetivo. Todo relatado con la abúlica voz de Roberto y una puesta en escena estática, de recursos repetitivos y en más de un punto agotadores, como las caminatas de Roberto con escenarios turísticos de Buenos Aires y San Clemente de fondo, como quien contrabandea un chivo a cambio de un auspicio.
La propuesta puede calificarse de simpática, pero no ofrece nada digno de ser destacado. Siempre recuerden, nosotros la vimos gratis pero ustedes deben pagar.