La ópera prima de quien fuera asistente de dirección de Martín Rejtman se anima a la comedia romántica sin prejuicios y con varios logros.
Estrenada en una de secciones paralelas de la última edición del BAFICI, Miss es una simpática fábula centrada en la relación entre un tímido descendiente de chinos y japoneses y una bonita aspirante a modelo. Más allá de sus fallas, es una más que bienvenida aproximación del cine independiente argentino a un género generalmente mirado de reojo como la comedia romántica.
El protagonista de la ópera prima de Robert Bonomo (asistente de dirección de Martín Rejtman en Rapado) es Robert Law Makita, un soñador e inocentón treintañero que sueña con encontrar el amor de su vida mientras trabaja como extra en comerciales y cuidador de casas. Un día conoce a Laura (Malena Villa) y queda prendidamente enamorado. El problema es que ella, al principio, no.
Que Robert tenga características de un típico (anti)héroe de Wes Anderson hay que atribuírselo a que el director de Los excéntricos Tenenbaum y El Gran Hotel Budapest es uno de los referentes que atraviesa el relato. De allí también proviene un diseño cuidado, los colores pastel y cierta propensión a una inocencia innegociable. Hay algo de Rejtman también en esos hombres y mujeres que parecen desajustados respecto al entorno, aunque sin su cinismo ni negrura.
Coguionada por Bonomo, Santiago Giralt y Juan Villegas, este último también productor, la brevísima Miss (70 minutos, créditos incluidos) no revolucionará el cine ni mucho menos, pero construye un mundo amable y ameno, por esos que dan ganas de darse una vuelta de vez en cuando.