Tomas Lipgot termina con esta su “trilogía de la libertad” con un protagonista único que ya conocemos de “Fortalezas “ y “Moacir”. Aquí ese hombre que cumplió su sueño de triunfo y goza de su libertad fuera del Borda, ahora va por otra fantasía realizada, su propia película. Y esta tercera de la serie se nutre de las escenas de ese film, de la relación del director y Moacir, que va más allá de la complicidad y a veces se complica y es caprichosa, y del backstage de la realización. Con la premisa de que el arte es curativo, más aún la libertad de creación, esta producción, la más costosa de las tres, se enamora del material, de la persona y el personaje y a veces se reitera aunque siempre de manera festiva, como la sucesión de posibles finales. Como si el director no se resignase a ponerle la palabra fin.