“¿Usted cree que todo es fácil? Nada es fácil”, le dice Moacir en un punto de la película a Tomás Lipgot. Podría plantearse que todo germen creativo proviene de la dificultad. O esto asoma en Moacir III: trilogía de la libertad (2017).
La tercera parte de esta trilogía sigue la vida creativa de Moacir dos Santos (no confundir con el jazzista Moacir Santos ni con el futbolista Moacir Rodrigues do Santos, aunque hay un guiño futbolístico en los créditos). Está situada después de que el cantautor saliera del hospital psiquiátrico Borda y fuese descubierto como el cantante de profunda voz que ya habíamos escuchado en el largometraje Moacir (2012), también de Lipgot. Este nuevo documental retrata la vida de Moacir entre conversaciones grabadas e incisos musicales que éste interpreta y actúa.
Se puede decir que Moacir mismo co-dirige junto con Lipgot la película con sus propuestas de cómo llevar a cabo tales incisos. Éstos están interpretados por el cantante como una suerte de personajes simbólicos dentro del personaje que hemos estado viendo; personajes en tanto propuestas teatrales que va llevando a cabo Moacir.
Por un lado, tales idas y venidas entre conversaciones e incisos que muestra la película entorpecen el ritmo de la misma. De a ratos, el filme pareciera existir para poner en escena las fantasías creativas del dúo creativo Lipgot y Moacir. Por otro, le dan gracia a cada puesta teatral porque de esa manera el espectador sabe de dónde proviene cada resultado. Mentira no es que los procesos creativos dan muchas vueltas antes de concretarse, pero también es cierto que, en este caso particular, a ratos se pierde el hilo conductor por el beneficio de estas fantasías donde la música tiene la mayor vitalidad. La voz de Moacir y cada microhistoria se imponen por encima del aparente propósito del documental.
En este sentido, lo que termina resonando más es la manera cómo se plantea que la libertad se la forja cada uno en pos de un riesgo y de una necesidad que siempre, sea una profesión o una vocación, es creativa. Basta escuchar las canciones para darnos cuenta, a través de su voz y las letras, una vitalidad que compensa la soledad del desamor.