Todo concluye al fin.
En 2010, Tomás Lipgot debutaba en el documental con Fortalezas, una visión llamativa sobre los internos de un instituto psiquiátrico en el que se los presentaba como seres vitales con aires creativos.
Entre estos internos conocíamos a Moacir dos Santos, personaje oriundo de Brasil, caído en desgracia, y con sueños de triunfar conen el canto.
Un año después, este hombre tan carismático obtenía su propio documental en manos de Lipgot, Moacir, en el cual se ahondaba más sobre su vida, sobre la posibilidad de grabar un disco, sobre su entorno, y se nos abría las puertas hacia un pantallazo de su pasado.
Seis años pasaron para que Lipgot nos traiga otra vez en pantalla al querible Moacir en Moacir III, en el cual, a modo de epílogo, se cierra un círculo sobre la historia de este cantor infortunado.
Quereme así, piantáo:
Moacir III posee de antemano una estructura algo más compleja que sus antecesoras. Mezcla representaciones ficcionales sobre el pasado del artista, con un ensayo musical documentado y el relato a viva voz.
Moacir no es un personaje sencillo, su historia es dura e invita a que se pueda dar una vuelta de más a la emoción en forma de manipulación. Sin embargo, Lipgot, al igual que en sus anteriores trabajos, lo elude.
A lo largo de su filmografía, Tomás Lipgot se convirtió en un fiel observador. Su cámara se posa sobre personajes con historias particulares, pero (ya sean internos psiquiátricos, artistas peculiares, o familias gitanas tradicionales) nunca apela al morbo: su lente capta a la par un gran respeto y aprecio sobre sus figuras. El tríptico de Moacir es un claro ejemplo de ello.
Moacir dos Santos recorre su infancia en Santos, Brasil, se posa sobre la figura de su madre, nos habla de la llegada a Buenos Aires, sus infortunios, y los particulares personajes que lo rodean. Es también un tierno y triste relato LGBT, una historia a descubrir.
A la par, estamos frente al documental de un músico, y la música no puede faltar como tal. Como mensaje de superación, como separación entre pasado y presente. La música está ahí como eje fundamental, marcando la diferencia entre un estilo y otro. El detrás de escena de una grabación musical y la historia de vida.
Por momentos Moacir III pareciera esos documentales que vienen en extras de un DVD o Blu Ray y nos cuentan, en la voz de los protagonistas y/o el director, cómo se fue gestando la película. En este caso, Moacir III podría ser un detrás de escena de la trilogía o, más simplemente, de una vida.
Conclusión:
Simple, emotiva, aunque dueña de un montaje vigoroso que nos lleva a dos planos diferentes de un mismo personaje. En Moacir III Tomás Lipgot sabe cómo hacernos sentir, y transmite el mismo cariño que él siente por los personajes a los que documenta. Un cierre de etapa más que digno.