Persona y personaje
Moacir dos Santos en un momento de este film, que viene a cerrar un ciclo y una trilogía, le dice a un actor que la vida es una fantasía y a eso se le podría agregar entonces que la libertad es en definitiva el derecho de cada uno a vivir su fantasía. Desde la ficción que procura construirle al protagonista brasileño el puente para que sus fantasías tuerzan el rumbo de su propio destino, y el documental que le generó -gracias a la capacidad y sensibilidad de Tomás Lipgot- la chance de que la persona deviniera personaje y viceversa Moacir lll traspasa la pantalla. La exposición total del artificio cinematográfico y la gentileza del realizador de Fortalezas para dejarse dirigir por el mismo Moacir dos Santos transparenta las cualidades como director del propio Tomás Lipgot, pero además la confianza para que la empresa documental-ficción saque todo el rédito posible sin olvidarse de lo esencial: el humor, la emoción y la autenticidad tanto de un lado de la cámara como del otro. Cuando un film no traiciona principalmente al público; cuando muestra todos sus juegos a riesgo de que el truco pierda eficacia y sorpresa, es cuando en definitiva ese film funciona.