Antes de Pixar, DreamWorks, Illumination Entertainment y el auge de la animación computarizada, sin lugar a dudas el titán de las películas infantiles era Disney. ¿Quién no lloró con la muerte de Mufasa o cantó "Un Mundo Ideal" a los gritos, en esa versión latina en boca de Ricardo Montaner? Uno va creciendo como espectador (y como persona, ¿no es cierto?) y no solo cambian las miradas personales, sino también las sociales: estamos en una sociedad que, de a poco, quiere erradicar la visión de la Mujer-Princesa en el cine, la "Damisela en peligro": esa figura principal pero pasiva ante un príncipe, que es quien siempre lleva adelante la acción. En este contexto llega Moana,y las inquietudes principales que nos surgen son si efectivamente logra aportar algo a la mitología del ratoncito (o sólo viene a vender muñecos), y si el estudio se supo adaptar a las problemáticas actuales.
Primero lo primero: la película viene precedida precedida por el cortometraje Inner Workings (---y acá hay algunos spoilers---). Con un protagonista muy parecido al de Up (pero joven) y con una similitud enoooorme a Intensa-Mente, el corto indaga en la relación entre el cerebro y el corazón en la vida cotidiana: cómo la razón, las responsabilidades y las rutinas terminan ganándole la pulseada a los impulsos, las corazonadas, las ganas espontáneas de hacer algo. La historia toma una dirección copada cuando, después de varios cortocircuitos, el cerebro se deja vencer y es el corazón quien, durante la hora de almuerzo, saca a pasear al protagonista y lo llena de vida. Hasta ahí todo joya. El problema es cuando el tipo vuelve a su puesto de trabajo y contagia de alegría a sus compañeros: bailando, olvidando que son un engranaje de una cadena de producción, siguen produciendo. Me pareció un mensaje horrible: esperaba (ya que es un corto de ficción y tiene rienda absolutamente suelta para imaginar cualquier cosa) que el protagonista se rebelara, se fuera a una isla, no sé, algo. Y no, el cierre es "Trabajá con alegría, pero seguí trabajando". En fin. (---Acá se terminan los spoilers---)
La historia de Moana se desarrolla en una isla paradisíaca. Arranca con una especie de fábula, donde nos enteramos que Maui, un semidios, robó el corazón de la diosa Tefi Ti, cristalizado en una piedra, para entregárselo a los humanos. El tema es que Tefi Ti es algo así como la diosa de la naturaleza y, al perder su corazón, la oscuridad comenzó a esparcirse por las diferentes islas, secando plantas, ahuyentando peces, etc.
En este contexto, Moana es "elegida por el océano" (quien tiene vida propia y opera como ayudante principal a lo largo de la trama) para desafiar a su padre y embarcarse en mar abierto, en busca de Maui para que éste se redima de su error.
La historia es de una estructura completamente clásica. Con su abuela como mentora, Moana comienza el recorrido para reparar lo que se ha dañado, en un lapso de tiempo determinado, y descubrir algo sobre ella misma en el transcurso de su aventura. Es decir, una película más de las miles que hemos visto cuando niños. Ni siquiera Moana (interpretada por la debutante Auli'i Cravalho) o Maui (el siempre carismático Dwayne "The Rock" Johnson) tienen personalidades lo suficientemente pregnantes y originales como para ganarte desde ese lado. La mejor palabra para describirla es meh, lo mismo que las canciones. Puede que uno esté viejo, pero es innegable que muchos adultos han llorado, por ejemplo, con el final de Pocahontas. La emoción se queda completamente a mitad de camino, al igual que la tensión a la hora de resolver el conflicto: se genera, pero es pura técnica (y sí, si nunca te implicás con los personajes, nunca corrés riesgos con ellos).
Sí es cierto que, en referencia al rol de la mujer, Moana toma las riendas de la situación y se la re banca toda la película. De hecho, es la que tiene que salir a arreglar el moco que se mandó el semidios. Pero esto mismo se ve empañado con comentarios de Maui del tipo: "¿Cómo una mujer está en el mar si debería estar en la aldea besando bebés?". Disney, corazón, si pretendés naturalizar una mujer activa, que vaya educando a las generaciones jóvenes en la igualdad, enseñándoles que cualquier protagonista puede triunfar independientemente sobre su sexo, la estás pifiando. Pero no, evidentemente la igualdad no te interesa.
Lo que sí es impecable es el universo visual que genera. Este año ya habíamos visto profundidades submarinas en Buscando a Dory, pero en este caso la propuesta es un poco más oscura, construida con unas texturas que a Jacques Cousteau le darían calambres. Y lo mismo lo que compete a las paletas de colores elegidas tanto en las profundidades como en la aldea; el universo visual generado es imbatible. Mención especial además para la animación y la expresividad del océano: el agua efectivamente está actuando, manifiesta emociones e intenciones, mejor que algunos actores inclusive.
VEREDICTO: 6.0 - UN MAR DE NADA
La historia es tan clásica y los personajes tan apáticos, que Moana no termina de engancharte o entretenerte. Cualquier tipo de actualización temática está torpemente empañada, y las canciones no son memorables ni pegadizas. Dejando de lado la cuestión ideológica, es una película más, infladísima por las toneladas de avances que hay dando vueltas.