Mocha

Crítica de Celina Demarchi - La Izquierda Diario

Mocha: salir del cono de sombra

Mocha. Nuestra lucha, Su vida, Mi derecho es un documental realizado por estudiantes y docentes del bachillerato homónimo y dirigido por Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi, que retrata este bachillerato trans, único en el mundo. La acción transcurre casi totalmente dentro del edificio donde funciona esta escuela ubicada en el barrio de Chacarita.

Allí estudian y militan personas trans, aunque no es exclusivo. El 40 por ciento de las personas que asiste al Mocha es trans, el resto está integrado, entre otros grupos, por descendientes de afroindígenas, personas de asentamientos urbanos como La Fragua e integrantes de identidades diversas. “La Mocha” se inauguró el 11 de noviembre de 2011, cuando todavía faltaban algunos meses para que se aprobara la Ley de Identidad de Género en Argentina. Es un lugar inclusivo que piensa la diversidad de género y cultural.

En el film cada estudiante se presenta y cuenta su historia. Relatos que son relatos de muchas personas. La marginación, la imposibilidad de acceder a la educación, la necesidad de ganarse la vida de cualquier forma ante una sociedad que excluye y discrimina a cualquier ser humano que viva una vida diferente a lo que llaman “normalidad”.

La cámara se pasea por las aulas, los rostros, las manos, los gestos de todos aquellos que, con coraje y determinación, le ponen el cuerpo a la película y a la lucha. Juega la cámara, da vueltas, se pone patas para arriba para plasmar un relato espontáneo, lleno de frescura y verdad.

Y si entramos en verdades, es muy interesante la historia del estudiante varón trans que cuenta que en el número de CUIT usa el 27 para las mujeres y que él tiene su DNI con su nombre de varón, o cuando fue a operarse y no podían entender que quisiera realizarse una mastectomía. A través de su narración, lo que denuncia es el horror que produce su cambio de género.

Algunas escenas de ficción que recrean la discriminación que viven diariamente en los negocios, en las calles, cuando buscan un lugar donde vivir y la represión policial, matizan el relato autobiográfico y le da dinamismo a los casi 60 minutos de película.

¿Por qué ponerle al bachillerato Mocha Celis? Porque Mocha no sabía leer ni escribir. “Cuando llegábamos a las comisarías detenidas, ella siempre me pedía a mí que le leyera. Me acuerdo de que cuando estábamos en los calabozos había otra trava, que era una chica supererudita, y yo le dije: ‘Aprovechemos que estamos acá adentro y enseñale a Mocha. Pero hacelo de manera que ella no se sienta mal, que no se sienta menos’”, cuenta Lohana Berkins.

Mocha Celis
Mocha Celis era una travesti tucumana que trabajaba en el barrio de Flores y fue una de las tantas que sufrieron en carne propia el abuso policial y la violencia institucional. Asesinada de tres balazos en la década del 90, su travesticidio jamás pudo esclarecerse y quedó impune. Es la misma Lohana quien la recordó en un texto publicado en 2011:

… me acuerdo de la época en que volvió la democracia y nosotras creíamos que las cosas iban a cambiar. Entonces trabajábamos en Flores y teníamos cada una nuestra estrategia para sobrevivir al abuso policial. Mocha, por ejemplo, se había enfrentado con el sargento Álvarez de la comisaría 50ª de Flores, que le tenía una saña particular a ella. Un día estaba la Mocha en la calle, ella era un semáforo: divina, morocha, con vestido rojo y cartera dorada, y nosotros nos escondimos debajo de un auto porque queríamos ver qué es lo que el tipo le decía y cómo se defendía Mocha. El tipo ese día no la lleva detenida, pero le grita antes de irse: “¡Ya vas a ver, puto de mierda, vos vas a terminar con tres tiros!”. Y eso lo escuchamos varias.

Un día Mocha desapareció. Varias de sus compañeras la buscaron y la encontraron muerta en el Hospital Penna. Insistieron en que le hicieran un autopsia o que, al menos, les dijeran cómo había muerto. Mocha murió de tres tiros, asesinada, pero la causa nunca prosperó.

Mandamos a todas las chicas a comprar velas y nos citamos frente a la comisaría a tal hora todas con su paquetito. Caímos de repente: prostitutas, travestis, todas a la vez y empezamos a armar un silueta con velas en la puerta de la comisaría. Ahí dijimos unas palabras, se acercaban los vecinos y alguno de ellos nos empezó a contar “que sí, que esa noche sentí que algo raro pasaba...”. En fin, al rato nos tuvimos que ir porque vimos que empezaban a dar vueltas unos tremendos camiones y patrulleros... –continúa Lohana contando cómo le rindieron homenaje a Mocha Celis.

Mocha. Nuestra lucha, Su vida, Mi derecho es, sin duda, un documental necesario ya que visibiliza lo que la sociedad con sus mandatos trata de ocultar y dejar en la oscuridad y de esto se ocupan las fuerzas del orden persiguiendo y asesinando a las personas trans. Mocha vive en cada libro, cada banco, cada estudiante y en cada lucha.