El arrollador éxito de la televisión llega ahora a las salas de cine para seguir confirmando que hay mucho público para las típicas historias de novela. Hay que ser realistas, su trasfondo bíblico es una mera excusa que funciona en los tiempos modernos, pues el amor, la traición, la venganza, la redención y demás, existen desde Antes de Cristo y no hay nada que no hayamos visto. Siguiendo con la línea de la pequeña pantalla, el film está doblado al español, lo cual le quita credibilidad con esas voces caricaturescas opacando una historia que originalmente está en portugués, por lo que desde el vamos no podemos esperar fidelidad histórica. Está bien, se entienden las cuestiones presupuestarias y la audiencia masiva a la que apunta, y fue por eso también que el actor Sidney Sampaio (Josué en la ficción) debió aclarar el tema de no tener a un Moisés tartamudo en el proyecto, un cuestionamiento que aunque no lo crean surgió entre los periodistas presentes en el pre-estreno de la película.
Dos años de rodaje bastaron para que el relato mundialmente conocido por toda religión acerca del niño que fue librado a su suerte en un cesto de mimbre a orillas del Río Nilo cuando el emperador egipcio ordenó matar a todos los primogénitos varones, y que muchos años después se convertiría en el libertador de un pueblo hebreo oprimido y esclavizado por Ramsés y los suyos, vuelva a arrojar material suficiente como para completar dos piezas de entretenimiento, si me disculpan, básico. Y esto no lo digo por malicia, sino porque se nota que los actores -al menos los presentes en la conferencia de prensa- apenas si conocían la misma historia que nos contaron a todos cuando éramos pequeños y nos preparábamos para nuestra primera comunión. El propio Guilherme Winter confesó que solamente leyó un libro y se inspiró en líderes como Martin Luther King o Che Guevara para preparar su personaje. Una preparación profesional cimentada únicamente en los evangelios de conocimiento público, sin ningún tipo de investigación que profundice algún tema político o religioso; de hecho, esa fue otra de las preguntas que surgió en la sala, pero lamentablemente ni los guionistas tuvieron la intensión alguna de ir más allá del mero cuento del héroe predecesor a Jesús.
Como muchos de ustedes, respeto la religión y no pretendo que una telenovela sea el reflejo de cuestiones que trascienden las páginas de la Biblia, por eso me conformo con que Moisés sea lo más parecido a un cuento para niños. Eso sí, no se me ocurriría faltarle el respeto al esfuerzo de producción desbocando risas a montones, como lamentablemente lo hicieron muchos de los que me acompañaron en la jornada de proyección y presentación del film en Argentina. En fin, si decides gastar plata de tu bolsillo quedas advertido de que no vas a ver nada diferente a lo que sale en la TV, un formato que acaba siendo el indicado para un relato tan extenso.
La actriz Giselle Itié, que interpreta a Zípora, se mostró orgullosa de representar a –si se quiere- la primer feminista conocida en la historia, sin embargo, en el largometraje la vemos nada más que en dos o tres escenas que no destacan su personaje por culpa de los cortes bruscos hechos en montaje para ensamblar muchas de las partes que fueron rodadas a lo largo de este tiempo, ya sea para el cine como para la tele.
Los tres actores que visitaron nuestro país para presentar la película.
En lo que respecta a categorías técnicas, lo único salvable es la puesta en escena y algunos vestuarios, pues el plano musical deja mucho que desear, con elecciones cursi que arruinan algunos momentos clave. Y hablando de ropa, destaco que los actores hayan soportado temperaturas de casi 40 grados centígrados ataviados en ponchos y túnicas; a este detalle, Sampaio agregó que su preparación constó de caminatas a mediodía en la playa caracterizado como Josué. En la misma línea, Winter dijo que hasta fue a cenar a un restaurante viéndose como Moisés e Itié que el vestido blanco bordado que usó para la boda con quien fuera de la pantalla también es su pareja estable fue su favorito. Al fin y al cabo, la perfección de esta mujer está más para una Wonder Woman que para el nacimiento de los mandamientos, y la teoría aplica para todos los intérpretes, otro detalle que claramente no está librado al azar. Nadie puede asegurar cómo se veían los hebreos en aquellos tiempos, pero de seguro no tenían la gracia física de los protagonistas de Moisés y los diez mandamientos.