Empecemos por el título, ¿No tiene cierto aire a nombre posible de un conjunto musical de bailanta berreta? Ni cumbia, mire. Algo de eso hay cuando el subtitulo del producto es “La Película”. Eso daba cuenta que se trataría de una traslación al lenguaje del cine de un producto realizado para otro medio, en este caso televisivo. Pero no.
En realidad es un trabajo de editores, (montajistas, es otro cosa), que cortaron y pegaron lo necesario, o no, para reducir dos años de telenovela en un pastiche de dos horas y pueda ser un tanto coherente.
Eso se logra, a medias, alguna coherencia interna tiene, lo que además posee es una total falta de cohesión y respeto con la historia en la que dice basarse.
Si eso fuese todo el problema entonces no importaría que Moisés fuese llevado a las aguas del Nilo por su madre y no por su hermana Miriam; que la madre fuese sirvienta de la princesa que lo rescata del río a Moisés, y además cumpla la función de matrona del niño elegido; que el pequeño devenga en tartamudo por la mano de Dios; ni siquiera que Aarón, su hermano, ya no es, según esta película, la voz del patriarca, porque no es necesario, y pase a ser una figura decorativa y que la mayoría de las situaciones que suceden estén fuera de los tiempos que marca el texto bíblico.
El problema es que al cortar y pegar se pierde en muchos pasajes y por completo las continuidades espaciales, temporales, lumínicas, dialógicas, saltos lingüísticos cinematográficos, que al ser un relato conocido por el público hasta podrían pasar desapercibidos, pero son tan burdos como José Luis Rodríguez cantando la “Oda a la Alegría” de Ludwig Van Beethoven, por ende inevitablemente sufridos, por el público, claro.
Dicho de otro modo, se respira todo el tiempo el aire de culebrón telenovelístico con todos y cada uno de los elementos inherentes a ese formato: los paneos sobre primeros planos, gestos ampulosos, música empalagosa, y muy malas actuaciones, ni las cobras se salvan. Eso si, algunos efectos especiales de buena factura, pero a esta altura la tecnología al alcance de cualesquiera hace todo posible en estos términos.
En otros términos, aburre, más allá de las risas que puedan producir algunos desatinos
La serie fue de mucho éxito, público seguidor, no he visto la telenovela y habiendo visto lo que ví, no quiero, ni creo haga falta que siga viendo. Acá funcionaría el libre albedrío. No diga que no se lo advertimos.