Moisés y los 10 mandamientos: Porno cristiano.
La novela desembarca en la pantalla grande para dar nauseas en el fútil y poco estrellato que la mantiene viva.
Desde Brasil llega la película basada en una telenovela basado en una lectura banal de la Biblia (di plagio, di plagio, di plagio)… y no es más que eso, una lectura superflua de una mistifica figura fervorosa de Moisés.
Desde su nacimiento hasta la llegada de los 10 mandamientos (sí, solo al final lo deja al borde la justificación del título), la obra narra la historia de Moisés y su lucha por la liberación de los esclavos en Egipto. Todo esto con la ayuda de su Dios que aparece en diversas situaciones en voz off y siempre será el camino correcto, no se cuestionara sus ultimatos o su falta de benevolencia.
Como si lo hubiese dirigido el propio Ned Flanders de “Los Simpsons”, las secuencias de sangre no tardan en aparecer y destacar de forma negativa. El protagonista castiga a aquellos quienes se someten a su juicio a actos de crueldad (será subjetivo, ya que antes de asesinar a un militar que da latigazos a un sirviente, masacró en diversas guerras a varios soldados) de los cuales nunca tendrá arrepentimiento, ni siquiera cuando se queda deslumbrado ante él el mandamiento de “no matarás” que le otorga su Dios.
Un salvador sin problemas arrepentimiento, un héroe perfecto, limpio y constantemente purificada por la fe.
Pero el mesías no está solo; su esposa, quien según la actriz es una figura feminista aunque en el largometraje se vive ocultado detrás del creyente. Sus hermanos, uno el rey quien es el enemigo oficial en el drama, y el otro el creyente que en su forma espiritual y pecadora muestra y preserva las decisiones de Dios. Su padre, el orador y seguidor más fiel que pudo existir (hasta tal punto de llegar al ridículo). Y Josué, el mulo predilecto del aventurero principal quien además deberá seguir con el camino para realizar más episodios, es decir, una hipotética “secuela” abierta.
La tesis cristiana se basada en “florecer” en tierra hostil, la cinta recurre a está analogía a través de una semilla pasada del padre de Moisés a futuras generaciones (hay momentos donde el objeto emprende más odisea que los propios protagonista). ¡Qué paradoja que se utilice una defensa santotomista para una devoción evangélica!
El pasaje de la pantalla chica a la grande es directo y abrupto. No se han molestado en cambiar su producción de telenovela y parece un recorte del acto escolar colegial de un chico que representa la época colonial; con actuaciones exageradas, reiteraciones y la búsqueda de un espectador distraído para sucumbirlo en una ola de propaganda religiosa.
Son un selección de capítulos montados de forma redundante para que se lleve a cabo un resumen de dos horas.
Uno pensaría que con “Éxodo: Dioses y reyes” (2014) llegaríamos a acuerdo de muerte súbita con los relatos bíblicos. Sin embargo, la recaudación extranjera de $29.800.000 por parte de la cinta brasileña nos da una idea que no terminaran por un largo periodo. Y lejos ya estamos de volver a ver una aventura épica como “Los diez mandamientos” (1956) de Cecil B. DeMille.
La única respuesta que puede tener la pregunta: ¿Cómo es posible y qué motiva a que salga esta clase de propuesta en el cine? Es como diría Don Cangrejo del Krustasio Kaskarudo: “El dinero”.