Adivinando la película
Nunca será demasiado insistente el pedido de cuidado en la proyección de una película. Como toda obra de arte, requiere respeto para su presentación y exhibición. Las condiciones en que vi esta obra de origen sueco en función para la prensa -copia en DVD con colores opacos y cambiantes, interrupciones, saltos y pixelados varios- me impiden compartir el entusiasmo que despertó entre los críticos de otros países, donde seguramente tuvieron la suerte de verla en su formato fílmico original. Tratándose de un largometraje que justamente crece alrededor de la importancia de la imagen y la fotografía, la visión defectuosa arruina el resultado.
El director de la recordada Los emigrantes se basa en la historia familiar de su mujer y coautora de la historia original, para construir esta saga de una mujer humilde que en la Suecia de principios del siglo XX lucha por llevar adelante una familia numerosa con un marido agresivo y alcohólico, que sin dejar de amarla a su manera la somete a abusos y maltratos, en un ambiente pintado con atemperado naturalismo.
Cuando la mujer decide vender una cámara de fotos que había ganado en un sorteo, para compensar las penurias económicas familiares, tiene la fortuna de encontrar un hombre diferente, que le abre todo un mundo de posibilidades consigo misma. Esa contracara del marido, sensible y respetuoso, la introduce en el mundo de la fotografía, que será su vía de salida del infierno. Muy cerca de La cámara oscura, de la argentina María Victoria Menis, el film muestra la fotografía como un camino para la transformación liberadora de la mujer considerada como objeto, en momentos previos al feminismo. Pero también habla sobre el carácter perdurable de la imagen y su poder evocativo.
Con buenos actores y filmado en esos sepias que deberían remedar la vieja fotografía, pero que en la copia en DVD resulta imposible de apreciar.