Amores que matan...
El joven maravilla del cine canadiense llegó a la Competencia Oficial del Festival de Cannes con su quinta película, que finalmente obtuvo el Premio del Jurado en lo que resultó una suerte de consagración para este enfant-terrible.
Ambientada en un futuro cercano en el que se han cambiado las leyes sanitarias de ese país, Mommy resulta una suerte de continuación de su aclamada ópera prima Yo maté a mi madre (2009), aunque esta vez Xavier Dolan cede el papel principal a Antoine Olivier Pilon y se reserva apenas un personaje secundario que aparece en una secuencia onírica.
El film se centra en la (demasiado) cercana, simbiótica y dependiente relación entre Diane "Die" Després (Anne Dorval), una viuda inmadura llena de energía, y su hijo Steve, un muchacho descontrolado y violento (se la pasa insultando, golpeando e incendiando) que entra y sale de institutos correccionales. Para completar el triángulo de esta tragicomedia aparece Kyla (Suzanne Clément), una misteriosa vecina y profesora que va perdiendo el habla por un extraño trauma.
Estas tres conflictuadas criaturas dan vida a otra de las historias ampulosas y desatadas del realizador de Les amours imaginaires, Laurence Anyways y Tom à la ferme. Rodada en buena parte de sus excesivos 139 minutos en un poco habitual formato cuadrado, Mommy ratifica el inmenso talento formal, la capacidad para dirigir actores con enorme intensidad y la incansable creatividad e ingenio de Dolan, pero también su tendencia al regodeo esteticista y al capricho, que le hacen perder muchas veces el foco respecto de lo esencial de sus películas.