Tres de un par perfecto
En su quinto largometraje, el prodigio francocanadiense Xavier Dolan (aún no cumplió treinta años) imagina un 2015 alternativo, donde los padres pueden dejar a un hijo bajo custodia de una institución estatal. Tras prender fuego un bar, Steve (Antoine-Olivier Pilon) es expulsado del colegio; su madre viuda, Diane (Anne Dorval), encuentra serios problemas para educar a Steve: el chico sufre trastorno de hiperactividad con déficit de atención y busca un vínculo afectivo con su madre (un eje temático en el cine de Dolan).
La ayuda vendrá de una vecina, Kyla (Suzanne Clément), una persona recatada, el polo opuesto de Diane, que prácticamente abandona a su familia para ocupar aquellas instancias donde la madre de Steve es inoperante. El conflicto entre madre e hijo, la tensión entre lo que cada uno espera es reproducido por el director en un extraño formato de radio 5:4, como modo de expresar claustrofobia, mientras los momentos de liberación se demuestran en la ampliación al formato panorámico. En Mommy, Dolan alcanza un dominio pleno del medio, no sólo a través del formato sino en recursos para destacar la polaridad de Diane/Kyla, quienes viven enfrentadas y comparten un notable parecido fisonómico.