Llega Mon roi, la segunda película de la actriz Maiwenn detrás de cámara.
Un accidente de ski y una rodilla destrozada son el punto de partida, casi una excusa para que Tony (bautizada María Antonieta por su padre) revise su tumultuosa relación con Georgio, ex marido y padre de su hijo, un ser que se presentó ante ella como un príncipe azul pero que ocultaba una personalidad muy diferente debajo de esa aparente perfección.
Pasando la obviedad de las analogías new age respecto a la rodilla, Mon roi es una película que con mucha precisión define la dinámica entre dos personas que se complementan entre sí, pero no desde un punto de vista positivo, sino más bien, desde la necesidad de manipular y ser manipulado, el roto del descocido por decirlo de alguna manera.
El ya conocido por los argentinos Vincent Cassel encarna con maestría a Georgio, carismático un instante, despiadado al otro. Frio y calculador, pero también enamorado de Tony interpretada por Emmanuelle Bercot, una prácticamente desconocida para el público local, pero que logra con creces construir el complejo personaje que le toca componer.
La química entre los personajes es perfecta. Funciona cuando todo está bien, funciona aún mejor cuando todo está mal. Lo que se dicen, lo que no se dicen, todo está en pantalla, de forma delicada a veces, de forma exagerada como si fuese un melodrama otras. Y una mención especial para Louis Garrel quien interpreta a Solal, el hermano de la protagonista que, como pasa tantas veces en la vida real, ve el circulo en el que Tony está inmersa, pero no puede lograr que ella lo vea.
Mon roi es una película de amor que habla del otro tipo de amor, de ese que el cine raras veces se anima a retratar, pero que se parece tanto más al de la vida real. Excelentes actuaciones y un guion muy prolijo para un gran estreno del cine francés.