En “Moi Roi” (Francia, 2015) se conjugan varios puntos interesantes que terminan por consolidar su propuesta apabullante y totalizadora. A saber, su directora, Maiween Besco, es además actriz, por lo que el punto de manejar a los intérpretes tiene un doble peso por estar delante y detrás de cámaras sin distinción, su protagonista masculino (Vincent Cassel) regresa al cine luego de un paréntesis, y por último, su protagonista femenina (Emanuelle Bercot) es más conocida por su trabajo como realizadora.
Esta información no es menor, dado que la sinergía lograda por el trío (directora/actores), es aquello que permite que “Mon Roi” pueda tener la potencia narrativa necesaria para introducirnos en el mundo de una pareja y sus vicisitudes alrededor de ella.
“Mon Roi” arranca con las imponentes imágenes de unas montañas nevadas. Allí está Tony (Bercot) con su hijo, esquiando en unos días de vacaciones. En determinado momento Tony tiene el impulso de deslizarse en sus esquíes rápidamente y tiene un accidente.
Al tiempo es internada en una clínica de cuidados y rehabilitación, en la que sabe que al menos estará ingresada por cinco semanas. Con todo el tiempo del mundo por delante, y nada más que sus pensamientos y recuerdos, Tony comienza a armar el rompecabezas de su relación con Georgio (Cassel).
Así, lentamente, y entre flashbacks, Tony rememora cada momento vivido con su pareja, una relación que arranca de improviso en una noche de fiesta y música y que continua por los más ríspidos lugares.
Georgio, un millonario empresario gastronómico excéntrico, deberá amoldarse a la vida de Tony, una jueza que ve como la edad comienza a hacerle algunos reclamos. La noche es el lugar ideal para que ambos se relacionen, pero también es el lugar en el que los fantasmas del pasado de Tony comiencen a hacer ruido en el idilio.
Un “te amo” apresurado, la promesa de no separarse más, la exigencia de tener un hijo, y otros puntos, son desarrollados por Besco mientras el presente de Tony, en la clínica de rehabilitación, le exige un tempo narrativo diferente.
En el contraste de ambas historias, una de un pasado doloroso, y una de una actualidad urgente, en la que el esfuerzo por recuperar la movilidad de una de sus piernas será la meta primordial, van conformando la propuesta de “Mon Roi”.
La habilidad de la directora consiste en ubicarnos como voyeurs de recuerdos, de situaciones que terminan por configurar el agobiante y claustrofóbico vínculo entre Tony y Georgio, una pareja enfermiza, dependiente, que no sabe hasta dónde puede llegar en sus reclamos y reproches.
Hace unos años “Declaración de Vida” otra película dirigida por una mujer (Valerie Donzelli), también actriz, nos traía la pasión desenfrenada de una pareja enferma por los celos, reproches y envidia, el paño para trabajar era similar y aquí la propuesta se repite y se potencia.
La increíble interpretación de Becort, clara protagonista excluyente del filme, logra canalizar la energía de toda la película hacia un lugar necesario para poder superar, con ella, todos los recovecos oscuros de su relación, un vínculo atormentado, del que no puede escapar, y nosotros, gracias a la habilidad de Besco, tampoco. Intensa y madura.