Monger

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Viaje por el submundo del turismo sexual
Revulsivo documental sobre tres extranjeros vinculados al negocio de la prostitución en Buenos Aires.

Hay documentales que tienen el valor de abrirnos los ojos a mundos sorprendentes, desconocidos: el revulsivo Monger es uno de ellos. A través de tres personajes, Jeff Zorrilla -un estadounidense radicado en la Argentina desde 2011- se adentró en un terreno poco explorado: el del turismo sexual en Buenos Aires. Y se encontró con historias que hablan tanto de prostitución como de la influencia del factor económico en las relaciones interpersonales.

El título es una palabra en inglés que alude a cualquier individuo al que le gusta cometer o promocionar actos socialmente prohibidos. Un estadounidense radicado en Buenos Aires que es una mezcla de proxeneta y guía desagradable turístico-sexual; otro estadounidense que se dedica a viajar por el (Tercer) mundo acostándose con el mayor número posible de mujeres -su objetivo es llegar a 400 durante su estadía porteña- y tiene pretensiones de youtuber amatorio; un británico que tuvo un hijo con una prostituta argentina y, después de seis años acá, quiere convencerla de que le permita llevarse a vivir al chico a Inglaterra con él: “Argentina es una mierda”, define sin vueltas.

Ellos son los tres ejemplos de “mongers” -léase “monguers”- que muestra la película. Hay un cuarto, formado por las voces en off de otros que no aparecen frente a cámara: sus reveladores testimonios explican la filosofía “monger”. Mientras los escuchamos, vemos filmaciones en Súper 8 de mujeres y paisajes urbanos o costeros: un atinado recurso estético para enrarecer aun más el ambiente; uno de los detalles de calidad que diferencian a este documental de un programa periodístico cualquiera.

Tal como Paraíso: Amor, del austríaco Ulrich Seidl -una descarnada ficción que mostraba a un grupo de alemanas en busca de sexo, pero en Kenia-, Monger muestra al ser humano tratando a otros seres humanos como mercancía y, una vez más, a países subdesarrollados expoliados, también en este terreno, por los desarrollados. En foros virtuales, estos hombres intercambian información sobre la situación económica de los posibles destinos: cuanto peor sea, mayores sus posibilidades de conseguir carne de primera calidad a precio vil. Es inevitable preguntarse cuál es la diferencia entre su comportamiento y el de los especuladores financieros.