La metamorfosis de Genghis Khan
El filme de Sergei Bodrov estuvo nominado al Oscar hace dos años.
Una de las cosas de los argentinos que más llama la atención a los extranjeros cuando viajamos al exterior es cuánto tiempo nos pasamos hablando de la Argentina: de cómo somos, cómo no somos, de nuestras costumbres y nuestros hábitos, sea para celebrarlos o criticarlos. Viendo Mongol, el épico filme sobre la vida y ascenso al poder del mítico Genghis Khan era inevitable no recordar esas anécdotas.
Gran parte del tiempo que no se va en elegantes, sangrientas y súper producidas batallas entre distintos clanes en un país que luego Khan uniría con mano dura, el director Serge Bodrov se ocupa en que nos enteremos (ellos se lo dicen unos a otros) cómo son los mongoles, qué hacen y qué no, sus ritos, códigos y costumbres.
Veamos: "Los mongoles no matan niños". O bien: "Los mongoles no van a la guerra por una mujer". O: "Los mongoles roban y matan". O una más específica y difícil de probar: "Los mongoles mueren en jaulas". Se ve que, además de mostrar las duras circunstancias de la vida de Temudjin (el futuro Khan, encarnado por el japonés Tadanobu Asano), se plantea como la saga fundacional de un pueblo.
Superproducción de bella factura visual e increíbles escenarios, armada pensando en un espectador internacional, con la esperable escena de sexo a contraluz y la sangre mezclándose con hielo en cámara lenta, Mongol relata la serie de peripecias que atraviesa Temudjin, que por casarse con la mujer de un clan que no correspondía, debe atravesar un infortunio tras otro: le matan a su padre, le secuestran a su mujer, lo encarcelan y torturan, y siempre logra liberarse, para volverse a meter en problemas. Apenas vemos una escena pacífica ya sabemos que un minuto después un ejército de guerreros vendrán a arruinarle la vida. "Los mongoles necesitan leyes: se los haré entender aunque tenga que matar a la mitad de ellos", dirá. Cerca del final, en un lírico descanso con su fiel mujer, el futuro Genghis le habla de sus planes a futuro. "Algún día todos entenderán mongol", le dice. A juzgar por este visualmente espectacular pero pedestre filme (primero de una planeada trilogía) tal vez no logremos entender el Ser Mongol, pero sí lo que un mongol hace cuando quiere una nominación al Oscar.