"Monos": un huevo en cada canasta
Ambiciosa coproducción internacional, el film presenta a un grupo guerrillero integrado por varios jóvenes, pero borra toda referencia temporal y espacial, abstrayéndose casi por completo del mundo real.
Una de las películas latinoamericanas más “viajadas” a lo largo del año, Monos pasó por Berlín y el Bafici y ganó premios en Sundance y San Sebastián, entre otros festivales. Tal vez sea Sundance el dato clave. El festival creado por Robert Redford siempre se movió en una zona intermedia entre el mainstream(estadounidense e internacional) y el cine “independiente” (una categoría que no connota líneas estéticas sino políticas de producción). Y el opus 3 de Alejandro Landes (Cocalero, Porfirio) responde a la perfección a ese cruce, ensayando un tipo de relato próximo a lo observacional, sin descuidar “hermosas postales”, de esas que hacen prosternarse a algunxs espectadorxs. Un huevo en cada canasta, muchos premios y festivales, todo el mundo contento y a armar la próxima producción.
Coproducción entre nada menos que nueve países (entre ellos Argentina, Uruguay y Estados Unidos), Monos es tan internacional como su realizador, nacido en Brasil de padres ecuatoriano y colombiana y con distintos tipos de trabajos (licenciatura política, periodismo, televisión, cine) en Estados Unidos, Colombia y Bolivia (Cocalero documentaba el ascenso al poder de Evo Morales). Filmada en una zona montañosa colombiana en la que las nubes están al alcance de la mano, Monos presenta lo que parecería ser un grupo guerrillero integrado por apenas ocho jóvenes, todxs ellxs provistxs de seudónimo (entre los Monos hay un Lobo y un Perro). Hacen alguna práctica militar a las órdenes de un instructor de un metro y medio de altura, tienen secuestrada a una ciudadana estadounidense a la que llaman “doctora” y en la secuencia inicial el instructor presenta a una nueva “integrante” del grupo, una vaca lechera de nombre Shakira.
Con guion coescrito por el argentino Alexis Dos Santos (realizador de las excelentes Glue y Unmade Beds), Monos tiene un tono y registro desconcertantes, que van del disparate a la historia de aventuras en la selva (y en los rápidos, como una de Hollywood), pasando por la comedia erótica adolescente y la lucha de poder interna (Landes declaró en algún momento que aspiraba a filmar una variación de Señor de las moscas ), hasta desembocar resueltamente en el relato de disolución grupal, incluyendo alguna ejecución y una ronda completa de delaciones. ¿Qué dice Monos, que borra deliberadamente toda referencia temporal y espacial, abstrayéndose casi por completo del mundo real? ¿De qué habla y desde qué punto de vista? ¿Algo para decir sobre la (im)posibilidad de un movimiento guerrillero en la actualidad? ¿Escepticismo, burla, tristeza? El crítico no ha logrado desentrañarlo. Lo que sí está claro es que los colchones de nubes y cielos encapotados, las borrascas, la noche en la selva, la tempestad, propician muy bonitas fotografías.