Monos es una interesante propuesta del cine colombiano que desde hace un tiempo
viene cosechando elogios en todos los festivales donde se presenta y no sería extraño
que el año que viene termine nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera.
El director Alejandro Landes, responsable del documental Cocalero, sobre el presidente
boliviano Evo Morales, en este caso explora el lado más oscuro de la vida guerrillera a
través de un relato centrado principalmente en el cine de género.
La trama sigue a un grupo de adolescentes que pertenecen a una organización armada,
probablemente inspirado en las extintas fuerzas de las FARC, cuyas relaciones
comienzan a deteriorarse entre ellos cuando una misión que les asignan sus superiores
fracasa.
A través de un film que tiene marcados guiños a clásicos literarios como El señor de las
moscas (William Goldin) y El Corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, el relato de
Landes presenta un retrato bastante perturbador de esos jóvenes cuyas existencias
fueron arrebatadas por la locura de la guerra.
El director construye un relato apolítico desprovisto de cualquier manifestación
ideológica.
Nunca llegamos a descubrir cuál es la agenda política del grupo o la rama armada a la
que pertenecen ni el pasado de los personajes, a quienes se los reconoce solamente por
sus apodos.
Landes utiliza el primer acto del film para explorar ese microcosmos bizarro en el que
estos jóvenes lidian con los dilemas clásicos de la adolescencia dentro de un contexto
inusual, marcado por los entrenamientos militares y las duras condiciones climáticas de
la jungla que los rodea.
En la segunda mitad la narración se vuelca al género del thriller de supervivencia y
Monos pasa a convertirse en una historia mucho más intensa donde entra en juego la
barbarie con las que se manejan estos guerrilleros juveniles, que es la única realidad que
conocen.
Salvo por la presencia de Julianne Nicholson, conocida actriz de la serie La Ley y el
orden, quien compone el personaje que cuenta con el mejor desarrollo, la gran mayoría
de los actores son chicos debutantes que no tenían antecedentes artísticos.
La dirección del reparto juvenil es estupenda y todas las interpretaciones están muy
bien equilibradas.
Monos encuentra sus mayores virtudes en los aspectos visuales, con una producción
que en materia de fotografía y sonido presenta una obra muy superior al nivel técnico
que suele tener el cine colombiano.
El final deja cierta sabor amargo en el acto final por las situaciones que deja abierta y tal
vez merecían un cierre más definido, pero la experiencia en general es más que positiva
y es una película que merece ser tenida en cuenta entre las novedades de la cartelera.