Monos

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Los hijos de la selva.

Es inevitable pensar en El señor de las moscas al ver Monos, dado que la premisa es similar. Pero Alejandro Landés se despega del duplicado otorgándole una impronta autoral y una mirada local a la historia. En un lugar perdido de las montañas, ocho niños adolescentes, armados hasta los dientes, custodian a una rehén extranjera. Ellos responden a una organización, de la cual nunca se nos rinde demasiados detalles.

Tampoco sabemos cómo los jóvenes llegaron a ese lugar, solo vemos que entrenan, juegan y también se enamoran. Más allá de su adultez forzada, es inevitable que no emerjan las conductas del típico adolescente en ese lugar sin ley. La película, con una narración más que sólida, va atravesando distintas etapas, desde encontrar un grupo obediente y disciplinado en medio de las montañas, hasta el punto de llegar al autocastigo sino pueden cuidar a la vaca Shakira.

También estar en un frente de guerrilla (nunca esbozada políticamente, por más que el conflicto colombiano esté omnipresente), hasta el momento de manifestar su rebeldía cuando se internan en la selva. Allí se camuflan y se convierten en un elemento natural más del lugar. Landes pone de manifiesto un muy buen pulso a la hora de contar una historia e imprimirle acción, así como al momento de delinear personajes en un contexto grupal. Una experiencia salvaje y atípica que vale la pena transitar.