Detrás de las risas
La superproducción de Roschdy Zem, que obtuvo dos millones de espectadores en Francia, es una biopic sobre Rafael Padilla, un artista circense negro que gozó de mucha popularidad a comienzos del Siglo XX.
Aún sin saber que Chocolat existió, cuesta no ver Monsieur Chocolat (2016) sin darse cuenta de que se trata de una biografía cinematográfica. Es decir, son muy identificables las marcas de la consagración artística, la reconstrucción de la época, las consabidas secuencias que aportan una mirada social e histórica sin dejar de graficar el drama personal del sujeto en cuestión. Eso no necesariamente es un defecto, aunque es evidente que todas esas características le dan un esquematismo a la película que, por momentos, la vuelve un poco obvia.
Nacido en Cuba y con un origen como esclavo, Padilla (Omar Sy) encarnó a Chocolat, quien en dúo con el payaso Foottit (James Thierrée) conoció el aplauso del público, pero también las paradojas de un espectáculo que aspira a las risas pero tiene mucho de esfuerzo y de sumisión. Hay un punto interesante en este film, y es justamente que muestra con mucha claridad esa contradicción, en donde el núcleo duro está puesto en el esquema del “payaso blanco que maltrata al payaso negro”. La comedia y la tragedia, aunadas en un acto.
La película, claramente, se concentra más en Chocolat, y margina un tanto a Foottit; por momentos, demasiado. Decide concentrarse no sólo en el universo circense, con todo su mecanismo mercantil puesto en función del dúo, sino también en el racismo de la época, que hoy se puede conectar con el avance del pensamiento de derecha y la “retórica del odio”. Gana, y mucho, al retratar las ambivalencias del artista, quien fue seducido por el mundo nocturno, el juego y las drogas, sin olvidar que también fue víctima del contexto en donde se gestó su popularidad. Con luces y sombras, Monsieur Chocolat tiene una factura técnica irreprochable, una reconstrucción de época detallista, y una muy buena labor de Omar Sy que se ajusta a la atormentada vida de su criatura. Podrá cautivar a los amantes de las emociones fuertes e interesar, seguramente, a los que aman al circo en particular y a la comicidad en general.