Cupido Monstruorizado.
Hace ya un par de años que la juguetera Hasbro decidió producir películas basadas en sus productos, tales como juegos de mesa, línea de muñecos, o cualquier cosa que puedan haber fabricado de ante mano (de eso hablábamos en ESTA NOTA).
Hasta ahora, y habiendo comenzado con Transformers, podemos decir que los resultados de esas películas no han sido los mejores (no, no nos hagan acordar de Battleship), o por lo menos, que les ha ido mejor – en cuanto a calidad, porque en taquilla hay que reconocer que siempre les había funcionado – cuanto más se alejaron de limitarse a presentar el producto a vender y las “cualidades” del mismo; caso la primera Transformers (o mejor dicho, la primera hora de la primer película, antes de que Michael Bay se entregara a mostrar explosiones y hierro retorcido), o Ouija 2.
Lamentablemente, Monster Trucks – que sí, se basan en una línea de “autitos” monstruosos – elige el camino de limitarse a vender la mercancía, y aunque tiene un arranque prometedor, decae rápidamente, algo similar con el citado film de Bay; de hecho, por momentos pareciera que estuviésemos viendo la misma película.
La historia sigue a Tripp (Lucas Till), joven de pueblo, con deseos más grandes que el lugar. En realidad, se siente bastante frustrado por no tener auto propio. Un día Tripp descubre algo en el depósito de chatarra en el que trabaja; un ser, extraño, como un molusco, y que puede ser el causante de que los automóviles de ese pueblo estén sufriendo de la pérdida de su tanque de combustible. Claro, hay una historia previa que explica todo, y que involucra a una petrolera, comandada por alguien inescrupuloso (Rob Lowe), que perfora más de lo debido y daña un ecosistema preservado, e intenta mantener su error oculto.
¿Qué sigue? Tripp construye un camión, o una camioneta patona, bah un monster truck, e introduce a Creech (así llama al molusco con el que congenia muy bien) en el capó a modo de motor para que los de la petrolera no lo descubran. Me olvidaba de mencionar que hay un interés romántico para Tripp a cargo de Jane Levy (No Respires), llamado Meredith, y que cumple la función de… interés romántico.
La idea del monstruo dentro del camión es bastante original y se nota que pusieron todo el esfuerzo ahí, no por nada, el director a cago es Chris Wedge, que proviene con bastante fama del mundo de la animación. Creech es adorable y cuando toma el control del automóvil hace todo tipo de locuras. Los chicos van a querer tener uno así en sus casas. El resto, es un film sin demasiados riesgos, repite la fórmula de “películas con mascotas” y específicamente la de “niño y personaje extraño” – aunque Tripp ya no es tan niño –. Desde E.T. a Lilo & Stitch, es esa fórmula.
Sin embargo, algo falla en el guion de Derek Connolly, y falla en lo que debería ser fundamental en una película destinada a un público menudo, Monster Trucks rara vez es divertida. Con algo más de riesgo como para atraer a los adultos (¡vamos, hablamos de un bicho que se come los tanques de combustible!), y un poco más de consistencia para atraer a los chicos y no recaer tan rápido en la batería de efectos – que se notan mucho, no son reales – para aturdirlos, el resultado sería otro, realmente uno mucho mejor.
Los personajes son planos, y responden a lo que la historia les pide para que todo continúe, tampoco nada grave para este tipo de película en donde no se espera otra cosa. Eso sí, Tripp/Lucas Till, puede ser bastante irritante y hasta opacar la química con Creech. Quizás si hubiese sido completamente en animación, también podría haber mejorado.
Conclusión:
Monster Trucks tenía todo para ser un producto infantil estándar y con una cuota de delirio interesante. Pero los tropiezos de su guion, la falta de dinámica, y un mayor esfuerzo por mostrar las destrezas de algo que notoriamente no es real, oscurecen el promedio.