Pixar sigue siendo una fiesta...
Con 14 largometrajes y varios cortos en su haber, Pixar tiene la pesada "carga" de haber concretado varias obras maestras. La factoría de John Lasseter y compañía ha fijado la vara tan alta con la saga de Toy Story, Los Increíbles, Ratatouille o WALL-E, por nombrar algunas, que cuando regala "apenas" una muy buena película como esta segunda entrega de Monsters (técnicamente una precuela), sentimos una pequeña decepción. Pero no seamos injustos: en otro contexto, en otras manos, un film con la alegría, el humor, la belleza y elegancia visual, y esos mil y un detalles por segundo que ofrecen estas nuevas desventuras de Mike y Sulley generaría un entusiasmo casi eufórico. Despejemos entonces las exigencias desmedidas para con cada nuevo estreno de Pixar y dejémonos llevar por una comedia a puro slapstick y simpatía concebida para el disfrute más puro y genuino.
Ya conocimos en 2001 al hilarante y expansivo monstruo verde, enano y de un solo ojo, Mike Wazowski (Billy Crystal) y a su ladero, el grandote púrpura -y campeón entre los "asustadores"- James P. “Sulley” Sullivan (John Goodman). Ahora, es el turno de descubrir su pasado universitario, aunque primero hay un prólogo infantil de Mike (con aparatos en los dientes y todos los síndromes del freak) visitando la Fábrica de Sustos y jurándose que ese será su lugar en el mundo en el futuro.
Luego, sí, llegará su ingreso a la Monsters University y, más precisamente, a la muy estricta y difícil Facultad de Sustos, donde el obsesivo y temoroso Mike conocerá al presumido y arrogante Sully. Los comienzos no serán fáciles para estos personajes de personalidades opuestas, que además sufrirán los abusos de la despiadada rectora vampírica Hardscrabble (la siempre genial Helen Mirren).
Si esto les suena muy "Harry Potter", lo que sigue (una delirante competencia en equipos tipo Olimpíadas en la que ambos antihéroes participarán dentro del patético equipo del campus Oozma Kappa) también remite a la franquicia del joven mago de Hogwarts (y al subgénero "de college"). Aquí entra en debate el por qué Pixar ha entrado también en el juego de las sagas y las referencias a otros productos de la cultura popular, cuando antes sorprendía con historias 100% originales.
Esto no significa que Monsters University sea una película sin ideas ni capacidad de sorpresa. Al contrario: fluye con una liviandad y soltura tales que sus 102 minutos se me pasaron volando (y con un corto previo que comentaré aquí mismo). Dan Scanlon, veterano artista de storyboards de Pixar, construye una comedia que es una locomotora, una montaña rusa llena de acción (el 3D está bien aprovechado pero no agrega demasiado), gags físicos y diálogos ingeniosos. Atributos que no alcanzan para elevarla a la categoría de joya, pero sí para ubicarla como un seguro (y merecido) éxito destinado al consumo familiar masivo.
Para redondear este comentario, dos recomendaciones: si no van con niños, busquen las salas que por la noche dan la película subtitulada (yo ví la versión original y las voces son gloriosas). Y lleguen a tiempo para ver Azu-lado (The Blue Umbrella), corto sobre la historia de amor entre... ¡dos paraguas! en medio de una lluvia. Con coreografías propias del musical y una animación hiperrealista, se trata de una suerte de homenaje a Los paraguas de Cherburgo que resulta otra pequeña gema visual y narrativa de Pixar en envase pequeño. Una sana costumbre.