Pixar hizo un puñado de obras maestras: las tres Toy Story , Monsters, Inc ., Buscando a Nemo , Ratatouille . También hizo algunas muy buenas películas y unas pocas de las otras. Lo extraño es que había encadenado dos flojas seguidas. Luego de su cumbre absoluta ( Toy Story 3 ) vinieron la automática Cars 2 y la muy fallida Valiente . Por eso se esperaba la precuela de Monsters, Inc . con cierta ansiedad. Y Pixar fue a lo seguro: hizo una muy buena película sobre un universo preexistente y de fuerte consistencia. No apostó por la originalidad ni por ampliar el mundo narrado -como pasaba con las nuevas entregas de Toy Story -, sino que decidió aportar variaciones sobre lo conocido.
En Monsters University el centro es la educación del monstruo: el camino del héroe es un camino de aprendizaje. Conocemos a Mike de niño y a Sully de joven: ambos quieren ser asustadores profesionales. Ya sabemos que lo lograron porque, obviamente, vimos Monsters, Inc . Lo que importa, entonces y como siempre, es el cómo. La vida universitaria del que no estaba destinado a ser asustador (por aspecto, por herencia) y del que sí (por mandato familiar). Por supuesto, la vida universitaria es la vida universitaria estadounidense, con sus costumbres, sus tradiciones, sus taras, sus ritos, incluso con los parques entre las facultades. El mundo de los monstruos es un mundo competitivo y capitalista. La de los monstruos es una sociedad en la que -con fallas y con tropiezos- se terminan premiando el talento, el esfuerzo, la perseverancia, el respeto por las reglas. Algunas de las decisiones de los nuevos personajes (notable el de la decana Hardscrabble, con la voz en inglés de Helen Mirren) y también de los ya conocidos marcan claramente la visión del mundo que propone Monsters University . Incluso, en un punto, el camino de Mike y Sully hasta podría interpretarse como el camino de Pixar.
De diseño visual impactante, animación perfecta y chistes de alto nivel (aunque no constantes), la principal objeción que se le podría hacer a Monsters University es cierto esquematismo: al no tener que describir un mundo nuevo (eso era Monsters, Inc .), la narración pesa más y descansa en el formato de "torneo" y de la enseñanza de "trabajar en equipo". Pero los 110 minutos de Monsters University están cargados de ese nivel de gracia que Pixar hizo que consideráramos normal -y que obligó a otras productoras a esforzarse más y así mejorar el nivel del cine de animación en general- y que nos malacostumbró.
El porcentaje de obras maestras de Pixar sigue siendo alto, pero Monsters University no lo aumenta, aunque sí incrementa el coeficiente de felicidad en el mundo. Y la secuencia final de sustos es un homenaje brillante al arte de asustar en el cine: al esfuerzo, la planificación y la artesanía que, unidos al talento, generan esas emociones que vamos a buscar a la sala oscura.