Los nuevos monstruos
Los personajes Mike y Sullivan ahora son más jóvenes, y no se llevan bien al comienzo de su paso por la Facultad de Sustos.
Algo está sucediendo con Pixar, No hay más que ver sus últimas películas (Cars 2, Valiente y Monsters University, que estrena hoy), para advertir que a esa excepcional usina de idas frescas e historias originales -la misma que nos convenció que los juguetes hablan y tienen vida propia (Toy Story) e hiciera un filme con una primera media hora sin diálogo (WALL-E) y varios etcéteras- se amesetó.
Toy Story tuvo dos secuelas, Cars, otra y ahora nos cuentan cómo se conocieron Mike y Sulley. La sorpresa y originalidad de las propuestas, últimamente, viene en los cortos que anteceden a sus tanques (Azu- lado, que precede a Monsters… es, otra vez, imperdible).
Nadie alzaría la voz si no fuera porque la gente de John Lasseter ha dado muestras de elevar la animación al difícil combo de aunar entretenimiento y arte. Claro que Monsters University entretiene, tiene muchos más gags físicos ( slapstick ) que la original, está bien, pero no sorprende. En Monsters, Inc.
(2001) la presencia de Boo, la nena que atravesaba la puerta que conectaba su dormitorio con la fábrica de energía en Monstrópolis, era una vuelta de tuerca ingeniosa y disparadora. Aquí no hay presencia humana. No hay confrontación ni empatía con “algo” conocido. No hay proyección con el personaje. Todo es monstruoso.
El monstruito verde, de forma redonda y con un solo ojo, con braquets incluidos, visita la fábrica de niño y se jura que ahí es donde quiere estar cuando sea grande. Algo como un nerd -lo maltratan e ignoran hasta en el ómnibus que lo deja a las puertas de la Universidad-, Mike quiere probarse que tiene pasta, o lo que tengan los monstruos adentro, para ser un buen asustador. El mejor.
Quienes recuerden Monsters Inc., sabrán que terminará como ladero de Sullivan, más grande, peludo y púrpura, que, como es hijo de un famoso asustador, es displicente y algo engreído y no se esmera en el estudio. Mike y Sulley comienzan siendo uno la antítesis del otro. El esfuerzo y el talento natural confrontan, como luego lo harán en una suerte de Olimpíadas de susto contra otras confraternidades dentro de la Facultad de Sustos. El mensaje es claro: juntos podemos, separados, qué haremos, y con otros monstruos que más que asustar, dan pena, se enfrentarán a los mejores para poder seguir estudiando en la Universidad. No, no es que reinvente las comedias colegiales.
Y tampoco es que Mike haya entrado a Hogwarts, la escuela de Harry Potter, aunque hay juegos en los que están los malos y los buenos, Monsters University es como los jueguitos de los estudios Disney. Una catarata de estímulos, visuales, con un 3D que esta vez no aporta mucho más al disfrute.
Formalmente, los dibujos son bárbaros -los nuevos monstruos, sus desplazamientos, el colorido, la estructura neoclásica de la Universidad- y si no fuera porque uno le pide más a quien sabe que puede exigirle, no nos asustaría tanto.
Ah, a no moverse cuando termina la película y empiezan los títulos, que la cosa sigue...