Moonfall

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

El regreso del especialista en cine catástrofe

Sabemos que Roland Emmerich es un director amante de la grandilocuencia, y dentro de ese estilo sabe a lo que apunta. Dicho esto, vamos “a los bifes”. Moonfall tiene esos elementos que el director usa en sus films. Pero el vuelco en plan espiritual se mezcla con una extraña versión de Héroe accidental (la película de 1992 dirigida por Stephen Frears, para quienes no la recuerden), y Día de la independencia; y a partir de ahí es complejo seguirle el tono.

La primera mitad de la película tiene un desarrollo esperable y de buen fluir pero todo se desmorona lentamente hacia la segunda parte en que lo que se puede ver no lo rescata ni el Presidente Whitmore.

La cosa es así: La Luna se desvía de su órbita y amenaza con chocar a nuestro planeta. Un secreto a voces se devela y es así que los protagonistas regresan a poner las cosas en su sitio. Nada de esto es algo que no se vea en el trailer disponible, es decir, no hay spoiler.

Tal vez el detalle que menciono al respecto de este intento de híbrido descomunal entre una historia de acción fantástica y reparación espiritual alien, que explicaría las miles de creencias humanas desperdigadas por el planeta y lograría darle sentido a nuestra desesperación hubiera funcionado hace algunos años, pero ahora no llega a abarcar lo que el público va a ver en una película de este tipo.

No hay nada mucho más por mencionar. Excepto destacar al elenco, compuesto por Patrick Wilson, Halle-Berry, John Bradley, y un lujo entre tanta nada que es tener, aunque sea unos pocos minutos, al maravilloso e inoxidable Donald Sutherland. Las estrellas de Moonfall están bien, son simpáticas, funcionan, se desenvuelven decentemente con el uso de los miles de lugares comunes, ayudadas por las dosis de humor que se intercalan entre las escenas de drama y acción, y sirve para que el tedio que se produce durante el visionado no disipe la atención.