Desde este jueves, llega a las salas de nuestro país la nueva aventura cinematográfica de Roland Emmerich. Se trata de «Moonfall», una catástrofe lunar protagonizada por Halle Berry y Patrick Wilson. El largometraje, distribuido por Lionsgate, desembarca incluso en formato IMAX para quienes deseen disfrutar la experiencia en una mejor calidad. El renovado banquete apocalíptico resulta un bocadillo irresistible para los amantes de las historias de cataclismos y desastres naturales. En esta oportunidad, la novedad radica en el tono humorístico y ancestral que impregna toda la obra.
Hablemos un poco de su director. Emmerich es un cineasta alemán especializado en cine de acción y de catástrofe. Solo por nombrar algunas de las joyas dentro de su filmografía, podemos mencionar «Universal soldier» (1992) y «Godzilla» (1998), dos clásicos de la década del noventa. Si nos enfocamos en el cine catástrofe, hay tres grandes estandartes del género que preceden a la obra que nos convoca aquí. En 1996 nos regaló la epopeya patriótica «Independence day» donde Will Smith y Jeff Goldblum se enfrentaron a una invasión alienígena. En 2004 se encargó de llevar a la pantalla una de los films pioneros en materia de cambio climático. «The Day After Tomorrow», a pesar de sus inexactitudes científicas, fue una de las primeras películas que puso en agenda el cambio climático. Por último, en 2009, entregó su obra más ambiciosa en cuanto a gastos de producción. «2012» hipotetizó sobre un posible fin del mundo, en dicho año, argumentándose en un calendario maya. Con esa excusa, se encargó de exhibir los intentos de supervivencia de un grupo de personas frente al fin de los tiempos.
En efecto, ninguna de las producciones citadas son consideradas obras maestras – al menos, por la mayoría -. Pero sí son cintas memorables, que dejaron su huella en un género tan trabajado en los últimos años. Por esa razón, la especulación sobre la nueva entrega es muy grande. La sinopsis nos adelanta: Una fuerza misteriosa golpea a la Luna fuera de su órbita y la envía en choque directo contra la Tierra a toda velocidad (FILMAFFINITY). En base a esa línea argumental, utilizando la vieja receta del fin del mundo, un pequeño grupo de personas tendrá la subsistencia de nuestro planeta en sus manos.
Con respecto a la película en sí, a primera impresión, se siente muy poco original. A pesar de la novedosa problemática (luna cayendo hacia la tierra), el desarrollo de la historia es una sumatoria de momentos ya vistos e intenciones ya trabajadas. Según nuestro punto de vista, se siente como si tomaran secuencias y conceptos elaborados en las películas anteriormente mencionadas, y se las fuera adhiriendo al hilo conductor planteado. En consecuencia, la obra cae en lugares comunes y se siente muy poco sorpresiva. Incluso cuenta con un segundo punto de giro que no termina de generar el efecto esperado. Ni hablar de los guiños finales hacia una posible continuación que, como la mayoría de las veces, dependerá del resultado de taquilla.
En cuanto a su aspecto técnico, el montaje es abrupto y genera problemas en la fluidez del relato. La fotografía es correcta, genera buenas postales visuales, pero nada digno de una mención especial. El CGI (Imagen generada por computadora) es de lo más sobresaliente. Desde sus inicios, el director siempre se destacó en esa área. El soundtrack acompaña bien, no opaca la narrativa y ayuda en la generación de climas. En cuanto a las actuaciones, si bien Halle Berry y Patrick Wilson son los protagonistas, quien brilla en todo su esplendor es John Bradley. En base a sus participaciones humorísticas y su verosimilitud con cualquiera de nosotros, es quien se gana los corazones del público y termina generando los mejores momentos en pantalla. No podemos olvidarnos de Michael Peña quien, a pesar de haber ganado peso en la industria, termina relegado a un personaje muy chico que poco importa en el total de la trama.
Por otra parte, cuenta con una interesante posición frente a las teorías conspirativas originadas en grupos de personas afines a determinados temas históricos, políticos o sociales. De alguna forma, celebra y reivindica la existencia de estas agrupaciones que proponen ideas alternativas a las oficiales. Una actitud en línea con el desarrollo de «2012» que surgía de la presunción de un fin del mundo en un calendario maya. Según sea la posición del espectador, este punto va a ser positivo a negativo para su evaluación final.
A fin de cuentas, no todo es negativo. Objetivamente, el metraje cumple con su misión de entretener. Destacamos que busca generar tensión desde el primer minuto. En consecuencia, falla a la hora de generar emoción, porque no nos da el tiempo suficiente para empatizar con sus personajes. Pero para quienes busquen acción, destrucción monumental y no pensar durante toda su extensión, van a tener lo que desean. Caso contrario, quienes intenten encontrar algo más allá de los hechos literales, se van a encontrar en una difícil tarea.