Elegir a Jared Leto para darle vida a un antihéroe tan especial como Morbius, es un acierto, el sabe de matices, de darle una dimensión trágica a un personaje que se mueve con algunos problemas en el argumento. La historia de una persona que sufre una enfermedad en su sangre y se convierte en brillante científico para ayudar a quienes sufren como él toma elementos de mito de Drácula y demasiadas imágenes que se asocia a Batman con revuelo de murciélagos. La primer parte del filme está bien resuelta con los niños enfermos que se transforman en amigos entrañables y los esfuerzos del protagonista para encontrar la solución a sus problemas usando su propio cuerpo para experimentar. Pero cuando llega la transformación en un oscuro vampiro el guión de Matt Sazama y Burk Sharples se apura, o en la mesa de edición decidieron que la película solo debía durar una hora cuarenta. Hay demasiados saltos y situaciones que se resuelven como en un resumen y ahí el esfuerzo de Leto se diluye. Mejor luce su compañero y luego oponente Matt Smith que le pone pasión y fuerza de villano a sus intervenciones. Con los efectos especiales ocurre que entre tantas luces y vapores se contribuye a la confusión en la acción, aunque el clima nocturnal y ominoso esté logrado. Se completa bien el elenco con Jared Harris y Adriá Arjona. Para esta historia que toma el modelo de un vampiro con muchos dientes que tiene destino de antihéroe y por los adelantos post final un camino de villano, cuando se integre al mundo de Spiderman. Un entretenimiento intenso pero módico.