El nuevo tropiezo de Jared Leto
Aesta altura podemos decir que se trata de la maldición de Jared Leto: no logra demostrar, por un motivo que no logro discernir, todo lo que supuestamente puede dar.
El director Daniel Espinosa toma con Morbius una de las imágenes simbólicas más representativas de DC (la de los murciélagos, por si no quedó suficientemente claro) y no hace nada. Entrega una película pobre, sin alma.
La construcción del argumento sobre este personaje nacido en los comics de Spider-Man a inicios de la década del 70 se siente como arena movediza; las piezas que construyen el relato se desarman mientras la película avanza. Este tipo de proyectos tiene una estructura sencilla y personajes fácilmente identificables, con marcadas características, en fórmulas que no pueden fallar.
Entendiendo ello, y con la muñeca que han tenido todo este tiempo en la construcción de MCU, no se puede comprender cómo, primero y antes que nada, aprobaron este proyecto así como finalmente pudo verse; y luego cómo no revisaron otra vez la edición.
Al parecer público hay y eso puede significar que el plan que se desprende del final de Morbius y sus escenas post créditos (no hay spoilers, porque son cuestiones que se caen de maduras) implica al menos una secuela.
Dependerá de ello, muy probablemente, la recaudación obtenida el primer fin de semana, y de lo que viene no nos salvará crucifijo ni agua bendita ni ayuda similar alguna.