Películas sobre la inteligencia artificial hay varias, con planteos filosóficos de por medio y que llegan a mejores resultados, en cuanto a lo conceptual. Sin embargo, ninguna alcanza los niveles de acción que tiene Morgan (2016), opus de Luke Scott (hijo de Ridley), prolijo y entretenido.
Todo está concentrado en un comportamiento errático de Morgan (Anya Taylor-Joy), para algunos una niña, para otros una suerte de experimento manipulado genéticamente y capaz de adquirir una inteligencia superior, así como emociones de todo tipo.
Morgan se ha portado mal, atacó sin ningún objeto a una de los cinetíficos del equipo, que le brindan todo su afecto, por decirlo de alguna manera. Entonces, aparece la encargada (Kate Mara) de auditar y solucionar el desastre para que todo termine a las piñas.
Trama básica, elenco de lujo encabezado por Kate Mara, Toby Jones, Paul Giamatti y Michelle Yeoh, lo interesante de esta película surge en la segunda mitad, con el clima adecuado y las vueltas de tuerca necesarias para no caer en las obviedades y llegar a expandir el universo de ambigüedades detrás de la historia, que va un poco más allá de la dialéctica humano-máquina, sin perder de vista que se trata de un entretenimiento con ninguna otra pretensión.