Mortal Kombat: una Fatality para las nuevas generaciones
Mortal Kombat es una propiedad evergreen, parece no tener fin y atravesar a generaciones diversas. Para los +30, era el espacio en los videojuegos siendo chicos o comprando las revistas con muñecos de baja calidad en el menemismo, para esta generación es un juego para plataformas de alta gama con 11 entregas en su haber y crossovers con personajes del cine como invitados. Sea cual fuese tu edad, Mortal Kombat te acompañó. Y ante una nueva adaptación cinematográfica estrenándose esta semana, ¿qué mejor que meternos de lleno una vez que escuchamos “Fight!”?
¿De qué va?
En “Mortal Kombat”, Cole Young, un luchador de MMA acostumbrado a recibir palizas a cambio de plata, no sabe lo que heredó, ni por qué el emperador Shang Tsung del Mundo Exterior mandó a Sub-Zero, su mejor guerrero, un criomante de otro mundo, a cazarlo. Cole teme por la seguridad de su familia, y sale en busca de Sonya Blade por indicación de Jax, un comandante de las Fuerzas Especiales que tiene la misma marca rara de nacimiento que Cole, con forma de dragón. Cole llega pronto al templo de Lord Raiden, un Dios Antiguo protector de la Tierra que ofrece refugio a quienes portan la marca. Allí, Cole entrena con los guerreros expertos Liu Kang, Kung Lao y Kano, el mercenario rebelde, y se prepara para unirse a los mayores campeones de la Tierra en el combate contra los enemigos del Mundo Exterior en una arriesgada batalla por el universo. Pero ¿sentirá la presión suficiente para desbloquear a tiempo su arcano (el inmenso poder que proviene de su alma) no solo para salvar a su familia, sino también para vencer al Mundo Exterior para siempre?
El universo que propone Mortal Kombat es gigantesco: ya de por sí es multiversal, existen varios universos y se encuentran en constante conflicto para que uno sea el definitivo. La posibilidad de personajes se agranda infinitamente, así como los lugares, los espacios, los climas. Y en los personajes también radica su éxito: no solo son actantes con poderes, cada uno tiene su personalidad, sus especificidades y por sobre todo su legado. El Mortal Kombat es algo antiquísimo, tanto que ha atravesado generaciones completas. Padres, hijos, nietos, bisnietos… el árbol genealógico que forma se va ramificando a medida que aparecen nuevas versiones del juego. Y así también la historia se va enriqueciendo.
Y ese es el arranque de esta versión. Hace algunos años “disfrutamos” de una versión en formato animado que buscaba retomar la mística de la película de los 90s, agregando hemoglobina a rolete y asentando las bases en el personaje de Scorpion. Lamentablemente, la adaptación no estuvo a la altura de las circunstancias y quedamos algo heridos. Pero el tiempo nos dio la revancha gritando “Get over here!“, el director Simon McQuoid (estrenando silla como director de largometrajes, luego de atravesar la publicidad) se puso al frente de una nueva instancia, un reseteo, la posibilidad de abrir una nueva franquicia.
Luego de las intervenciones del fandom, con la serie Mortal Kombat Legacy, y el cortometraje Mortal Kombat Rebirth (que su creador participa en esta cinta como parte de la creación de la historia), la dificultad siempre radica en como mezclar el mundo “real” con lo que propone la franquicia. Así que mientras al principio somos testigos del origen de Scorpion hace muchos años, luego ya la acción se traslada a nuestro presente, con un acervo en sentirse como algo plausible, para luego presentar la rupturista opción de un “Mundo Exterior” en guerra con el nuestro.
La elección de Cole Young como protagonista puede ser polémica, porque le baja el precio a personajes más icónicos de la serie. Pero mientras la historia avanza, todo el rompecabezas empieza a tener más sentido, uniendo a la generación antigua con la nueva… algo similar a lo que produce el video juego.
Los bandos se van armando, y a medida que conocemos a nuestros protagonistas crece el amor y aversión que sentimos por Kano (Josh Lawson), el personaje que mejor entiende el verosímil, con la dosis justa de cinismo, violencia y humor. Pero sólo puedo prometerles algo, todo está armado para que continúe… si están esperando un Mortal Kombat, se van a decepcionar.
El concepto del arcano y destrabar los poderes escondidos cual si fuese un achievement en un juego funciona y permite usarlo para indagar en la personalidad de cada combatiente. El problema de la película, sin embargo, es cuando comienza a explicar… Se supone que por su extrema violencia y adultez recibió un rating de R (mayores de 18 años), ok: como soy mayor puedo ver insultos y tripas en pantallas, ¿pero me tienen que explicar y re-explicar todo cómo si fuese un menor de edad? Es imperdonable el momento que Lord Raiden (te extrañamos Christopher Lambert) le explica su origen a Cole, mostrando imágenes en blanco y negro que ya habíamos visto una hora atrás y olvidando por completo que somos seres pensantes consumiendo un producto cultural.
¿El resto? Todo fiesta, golpe, fatalities y hemoglobina. Las peleas no son muchas pero se disfrutan, tienen una buena coreografía y no ahorran en violencia (Kung Lao se lleva los palmares), y todo queda abierto para disfrutar lo que viene.
Mortal Kombat logra captar a quienes jugamos a sus primeras versiones en alguna vacación en la costa allá por los 90s, a quienes viciaron con su versión número 10 en consolas de alta gama hace algunos años y a los que vienen (que seguramente entren a hurtadillas a los cines por ser menores de edad). Ser un puente generacional no es cosa fácil, pero esta propiedad lo logra a fuerza de golpes, grandes personajes y mucha… mucha… sangre.