Las mil y un caras de Johnny Depp empiezan a parecerse cada vez más entre sí, pero afortunamente Mortdecai, dirigida por David Koepp (quien ya había trabajado con el actor en La Ventana Secreta) viene a cambiar un poco las cosas. Un poco.
Aquí el intérprete de los roles excéntricos de Hollywood se aleja del Jack Sparrow que parece haber devorado su carrera desde el año 2002 en adelante, y se calza los refinados zapatos de un ladrón de arte que se ve envuelto en una intriga internacional. El punto de partida es un misterioso asesinato que esconde aristas políticas: una restauradora aparece muerta cuando se descubre que detrás de un Goya inédito se esconde un número de cuenta bancaria, que podría ser la puerta hacia una fortuna incalculable. Lejos de hacerlo por amor al arte, quien roba la pintura sabe de éste secreto y trama un malévolo plan que podría terminar con el mismísimo Imperio Británico -tal como lo conocemos. Será entonces responsabilidad de Charles Mortdecai, nuestro protagonista, devolver la pintura al Ejército de la Reina para que la Seguridad Nacional vuelva a dormir en paz. El absurdo detrás de la premisa se manifiesta desde la primer escena en la película, cuando una estafa le sale mal al protagonista y conocemos su verdadero rostro, que es el de un hombre que viste como un dandy pero actúa como un malandra cualquiera. Eso sí, lo hace sin afeitarse jamás su recientemente estrenado bigote, pese a las arcadas de su pareja, y de hecho los chistes respecto al bello facial abundan y por momentos da la sensación que Koepp no sabe muy bien qué hacer con ellos. La comicidad sin duda apunta a los niveles del Inspector Clouseau de Peter Sellers, pero lamentablemente apenas si llega a los de la reinterpretación de Steve Martin.
Hay, sin embargo, motivos de sobra para entretenerse con esta película: a la renovada labor de Depp se suman las divertidas interpretaciones de Paul Bettany como Jock, un fiel protector del protagonista, Ewan McGregor como el Inspector Martland, y la sensual Gwyneth Paltrow como el interés romántico, que por fortuna sí tiene química con su contraparte, a diferencia de lo sucedido con Angelina Jolie en El Turista. La imponente fotografía de Florian Hoffmeister y un cuidado diseño de producción, tienen a Depp saltando y corriendo a lo largo de toda Europa, lo que otorga al film un ritmo constante y por momentos logra sacarlo de la elementalidad de su humor y argumento.
Mortdecai no es el vehículo de regreso al estrellato que algunos esperaban para el actor de clásicos modernos como El Joven Manos de Tijeras y Ed Wood (ambas de Tim Burton), pero al menos aquí no hay más piratas en la costa y eso ya es un paso adelante.