Es muy difícil escribir sobre algo que no tiene sentido. Porque eso es Mortdecai: una película que no tiene ningún sentido ni en su realización ni en lo que provocará en el espectador.
A priori se puede decir que es ridícula pero eso no es algo que esté mal ni que se le pueda criticar porque da la sensación de que fue lo buscado. El punto es que no tiene rumbo y el film se pierde en sí mismo.
Pretende un humor que no logra, algo así como La pantera rosa (1963) de Blake Edwards donde se juntaba el humor ridículo y torpe con lo fino.
Aquí no sucede eso ni por asomo y lo que se genera es un grotesco camuflado de comedia de enredos del peor tipo.
El director David Koepp, guionista de muchos éxitos tales como Jurasic Park (1993) o Spider-man (2002), toma las riendas de este sinsentido como mero empleado cumplidor y sin pretensiones más que decir “acción” o “corten” porque no hay absolutamente nada para destacar en ninguna de las secuencias.
Lo único que se salva un poco de este estreno son algunos chistes que pueden llegar a causar una pequeña risa pero no mucho más que eso.
Ahora bien, evidentemente lo fuerte de Mortdecai y motivo de su promoción es el elenco. Lo que acarrea nuevas interrogantes tales como ¿A Johnny Depp qué le pasa? Es un gran actor y hace 10 años que no mete un papel decente.
En esta oportunidad se encuentran grandes rasgos de su Jack Sparrow inmersos y desparramados en el traficante de arte con interpreta y que es acompañado por Ewan McGregor, Gwyneth Paltrow, Paul Bettany y Jeff Goldblum en sus roles más olvidables.
Mortdecai es una verdadera pérdida de tiempo cuyo único atractivo es el especular sobre lo que estaban pensando todos cuando accedieron a hacer este proyecto.