El nazi que no estuvo ahí
Mr. Kaplan (2014) cuenta la cómica fábula de un viejito judío que en plena crisis existencial, temiendo no haber dejado una impronta trascendental en sus 76 años de vida, decide salir a cazar al viejito alemán que merodea por las playas de Montevideo, convencido de que es un antiguo nazi. La evidencia es escueta y circunstancial, pero Jacobo Kaplan (Héctor Noguera) no se deja intimidar por cosas como la lógica, así como el Quijote no dejó de cargar contra los gigantes porque parecieran molinos.
La misión de Kaplan es quijotesca, y cuenta con la servidumbre de un Sancho Panza: Wilson Contreras (Néstor Guzzini), un ex policía caído en desgracia a quien la familia de Kaplan ha contratado como su chofer y cuidador. Kaplan suma a Wilson a su misión sin mucho esfuerzo. Separado de su familia y prendido la mayor parte del día del alcohol, Wilson se deja tentar por la débil posibilidad de recuperar su honra.
Ávido estudiante del arresto de Adolf Eichmann en Argentina, Kaplan entretiene la fantasía de ser el próximo Wiesenthal y capturar al viejito alemán (apellidado, desafortunadamente, “Reich”) para luego transportarlo personalmente a Israel para ser juzgado. La fantasía es ridícula, y los mete a Kaplan y a Wilson en situaciones ridículas, las cuales ponen a prueba su falta de ingenio. Todo esto es gracioso. Que la propia película termine poniéndose ridícula ya es quizás demasiado para el verosímil de la historia, la cual es bastante jocosa pero no tanto como para justificar el extraordinario desenlace.
Escrita y dirigida por Álvaro Brechner, Mr. Kaplan es un film más carismático que hilarante, con una gran actuación matizada de Noguera y la caracterización entrañable de Guzzini como el compinche que potencia su locura con falacias lógicas. La historia, con todos sus absurdos e impases cómicos, funciona porque comprendemos perfectamente de dónde salen las compulsiones de estos personajes, y qué vienen a sanar en sus vidas. Debajo de lo que parece al principio ser una comedia costumbrista (con escenas, un poco flojas, en las que la burguesa familia de Kaplan sufre su senilidad) hay un drama tierno e introspectivo.