Muy pocas cosas en el cine argentino de hoy se parecen al segundo film de Alejandro Fadel. En parte thriller policial, en parte película de terror cósmico, en parte retrato sobre la locura,Muere, monstruo, muere comienza con una muerte y termina con una transformación física que es también una evolución hacia otra condición mental. Las mujeres de un pueblo son asesinadas de forma sanguinaria, y un dúo de agentes de la policía -un efectivo y su jefe- comienzan a imaginar que el homicida podría tener una forma diferente a la humana. Las ambiciones del director de Los salvajes, que rodó el film en su Mendoza natal, no son pocas: aquí conviven las ligazones con la literatura de H. P. Lovecraft y la creación de un clima de pavor creciente. Además de ofrecer notables interpretaciones de Esteban Bigliardi y Jorge Prado, la película encuentra en el debutante Víctor López el espejo ideal para cruzar la frontera de la insanía, donde las palabras no alcanzan para describir el horror.