Lo mejor de Muere, monstruo, muere, del mendocino Alejandro Fadel (director de Los salvajes y coguionista de algunos films de Pablo Trapero), es su atmósfera enrarecida y cargada de presagios sonoros, aunque su argumento acopla ingredientes diversos sin que quede claro si el objetivo último es la parodia o el horror psicológico partiendo de alguna problemática social, como podría serlo la violencia de género. Un adusto Esteban Bigliardi (visto recientemente en la notable Familia sumergida), junto a Víctor López y Jorge Prado (como dos graciosos policías) son los protagonistas de este producto híbrido, que reúne esplendorosos planos generales del paisaje cordillerano con un viscoso monstruo cuya apariencia sugiere genitalidad, frases sentenciosas (Todo el mundo tiene miedo, El aburrimiento lleva al horror) y un tema de Sergio Denis que se repite tres veces (nueva irrupción de una canción de los ’70 en el cine argentino reciente después de El ángel y Rojo).