Muerte en Buenos Aires es la ópera prima de Natalia Meta, un policial que oscila entre el under gay y la oligarquía de fines de los ’80. Protagonizada por el Chino Darín y el actor mexicano Demián Bichir.
Chongos Porteños
La historia de Muerte en Buenos Aires sucede en 1989.
El inspector Chavez, interpretado por el actor Demián Bichir (el mismo que se puso en la piel de Fidel Castro en la doble película sobre el Che Guevara de Steven Soderbergh) llega junto a su compañera de trabajo Dolores (una provocativa Mónica Antonópulos) a la escena de un asesinato. Allí se encuentran confusamente con el agente Gómez (Chino Darín) que estaba en el lugar debido al llamado realizado por una vecina.
El conflicto se refuerza cuando se sabe que el asesinado es un hombre de la alta sociedad porteña por lo que no hay lugar para la normal desiria de la fuerza y el crimen debe ser resuelto sí o sí. Chavez comienza su investigación y debido a la condición sexual de la víctima debe sumergirse en el entonces submundo gay, pero no va solo ya que Gómez le insiste en cooperar en la pesquisa y él cede ante el ruego del agente.
Casi un Policial
Tenés la noche, una ciudad increíble como Buenos Aires que lo tiene absolutamente todo, una década bisagra como los ´80, un ambiente sumamente under como lo era el gay en aquella época, un crimen, ¿qué puede salir mal para hacer un policial? Bueno, prácticamente todo.
Hay una selección del punto de vista bastante acertada y eso es lo que quizás más se asemeja a un policial. Se toma a un personaje marginal como el inspector Chavez, un policía corrupto (perdón la redundancia) que tiene un carácter duro, actitud parca y un conflicto interno que se exterioriza continuamente en una tensión sexual con el agente Gómez. Sin embargo hay algo fastidioso que tira a tierra todo lo anterior: al parecer tiene trastornos en el habla. Si se trabaja con un actor extranjero -en este caso un mexicano- es muy difícil nacionalizarlo y hacerlo pasar por porteño porque nunca va a quedar bien, es sentido común. Lisa y llanamente, escuchando el tono “porteño” de Demián Bichir me sentía más incómodo que Scioli en musculosa.
Otro elemento que tampoco llega a explotarse del todo es la ciudad de Buenos Aires. Hay apagones, drogas, destape y un submundo gay que conformarían el clima ideal para representar ese mundo oscuro del policial y, sin embargo, todo parece tan ameno, tan estable. El boliche gay parece la reconocida Marcha del orgullo en Madrid, el barrio de La Boca está más cerca de formar parte de una publicidad de Macri que como es realmente ese lugar hoy en día, la comisaría sería un espacio más si no fuera por el comisario (interpretado maravillosamente por Hugo Arana) que toma merca todo el tiempo y la gatuna Dolores (una también excepcional Antonópulos).
Por último en cuanto al elemento principal del policial que es el delito, en este caso el asesinato de un aristócrata, se plantea y presenta con una construcción sólida durante todo el primer acto pero a medida que avanza la película se va disipando y hasta pasa a un segundo plano. El resolver el crimen es anecdótico y no el fin.
Conclusión
Muerte en Buenos Aires es una película efímera con una excelente producción y hasta da lástima el derroche de plata que se hace por no trabajar bien el guión de una idea que podría haber funcionado. Si cuentan con la plata sugiero que vayan al cine y saquen sus propias conclusiones, sino acá les dejo un resumen del film: