Hace unos días, leíamos que, bajo la mirada de algunos colegas, este era un año muy bueno para el cine argentino. Indudablemente, es imposible negarlo (a modo de muestra, la nutrida delegación que va a Cannes, las cifras de espectadores de algunos títulos en este tiempo como "Betibú", "Gato Negro" o "El Crítico", la calidad de la Competencia Nacional en el último #BAFICI, la expectativa creada por "Relatos Salvajes", etc) y aquí tenemos un lanzamiento que hará su aporte a dicha afirmación.
Es importante saber, además, que en este último tiempo, un grupo de realizadores y productores viene generando cada vez más productos, “no festivaleros" (es decir, más accesibles para el público corriente), comercial (o “mainstream” si lo prefieren) y hasta de género, en las pantallas argentinas.
Hay esfuerzo en esa dirección, buscando trazar puentes con la audiencia masiva, sin perder calidad. Este conjunto de voluntades se arriesgan económica y creativamente y desde aquí, no podemos desconcer su aporte. Ese es el camino para que nuestra industria lleve más público a sala a ver cine nacional.
Allí es donde ubicamos esta ópera prima de Natalia Meta, un relato atractivo (el policial clásico siempre convoca), una destacada producción y un escenario cuidado, ambientado en los 80' (con todas las de la ley) que sirve como marco de una historia donde el misterio y la corrupción, se encuentran a la vuelta de la esquina…
"Muerte en Buenos Aires" nos presenta al inspector Chávez (Demian Bichir, actor mexicano que viene de rodar “Machete kills” y que fue nominado al Oscar –nada menos- por “A better life” en 2011), hombre de familia y policía talentoso (algo parco y escéptico, digamos), quien tendrá por delante la investigación del homicidio de Jaime Figueroa Alcorta (Martin Wullich). El problema es que “Copito” (su apodo), era de familia de alta alcurnia y con gustos... particulares, lo cual podría generar problemas si se daban a conocer detalles de su vida privada…
Cuando visite la escena del crimen, Chávez tendrá su primer encuentro con el agente Gómez, alias El Ganso (Chino Darín), policía novato que descubrió el cuerpo del millonario en su departamento. Luego de unos pocos roces, comenzarán a trabajar juntos para descubrir el misterio de su muerte:
En pocos pasos, el inspector da con la pista más visible, un amante de Alcorta (Kevin, jugado por Carlos Casella), cantante y taxi boy, sobre quien recaen las primeras sospechas.
Sin perder tiempo, la idea surge espontánea: utilizar a Gómez para acercarse al sospechoso y conseguir pruebas que confirmen la autoría del crimen. Todo, en el marco de una Buenos Aires donde la luz se va en calurosas noches de verano (recuerdan esa época durante el final del gobierno de Alfonsín donde se hacían cortes programados? -1988/ 1989) y el tecno pop rugía en discotecas y radios de todo el país. La búsqueda estética y la creación de atmósfera ochentosa esta lograda y contribuye al peso de la realización (punto para Daniel Melero, quien hizo una banda sonora bárbara).
Meta logra en su debut, un film interesante, algo estridente (en el buen sentido) en el que el recorrido es bastante lineal y donde las sorpresas no abundan. Quizás ese sea el lado menos desarrollado de “Muerte en Buenos Aires”, esperábamos un guión que encierre más intriga y que potencie lados más oscuros en los perfiles de los protagonistas. Bechir se siente poco natural en su rol (quizás por tener que hacer de alguien demasiado “porteño”) y eso tampoco ayuda.
Sin embargo, hay mucha energía en el aire y un par de puntos altos en las interpretaciones, para tener en cuenta: el Chino Darín está bastante bien (tiene prestancia y mucho futuro), Mónica Antonópulos suma y atrae, Casella la rompe (y su repertorio en el film está muy cuidado, lo pueden escuchar online si lo buscan) y algunos secundarios le aportan carisma (Hugo Arana y Humberto Tortonese) para redondear un producto más que aceptable. Seguramente saldrán de sala satisfechos. No se olviden de compartir las canciones de Carlos Casella, un músico al que hay que tener en cuenta.