Muerte en el Nilo: Star System en Croma
Poirot lo hizo de nuevo
Kenneth Branagh vuelve a duplicarse como director y protagonista, en otra historia basada en los escritos de Agatha Christie. Con un conjunto de estrellas (Tom Bateman, Annette Bening, Russell Brand, Ali Fazal, Dawn French, Gal Gadot, Armie Hammer, Rose Leslie, Emma Mackey, Sophie Okonedo, Jennifer Saunders y Letitia Wright) y un misterio sin resolver, esto es Muerte en el Nilo.
¿De qué va?
Las vacaciones del detective belga Hércules Poirot a bordo de un glamoroso barco de vapor en Egipto se convierten en una aterradora búsqueda de un asesino, mientras que la luna de miel idílica de una pareja perfecta se ve trágicamente interrumpida. Ambientada en un paisaje épico de amplias vistas del desierto y las majestuosas pirámides de Giza, esta historia de pasión desenfrenada y celos presenta un grupo cosmopolita de viajeros impecablemente vestidos, y los suficientes giros inesperados como para dejar al público inquieto y desconcertado hasta el impactante desenlace.
Un barco, un asesinato, muchas dudas y algunos Deus Ex Machina son las características de este estreno que se mece en la gran cantidad de estrellas que lo habitan.
El poder corrompe, lo saben Saruman, Anakin Skywalker y Cruella… cuanto más dinero se tenga, más poder se ostenta, y cuándo eso sucede uno tiene que vivir mirando sobre sus hombros por miedo a la traición. Algo así le sucede a Linnet Ridgeway (Gadot), que tiene una actitud muy poco sorora y se termina quedando con el futuro marido de una amiga.
Organiza la boda, mientras la despechada Jacqueline de Bellefort (Mackey) los persigue en cada ciudad donde van. En el medio de todo eso aparece Hercule Poirot (Branagh) que mueve su mostacho mágico cuando siente que algo no está bien. Y vaya que no lo está.
Como todas las obras de este tipo, el protagonismo es más coral. Con personajes con características marcadas y exageradas, para no perder tanto tiempo con sus backstories y que todo se pueda concentrar en el misterio en sí. El tema en este caso es que el primer acto se estira muchísimo, y la muerte en el Nilo se da pasando la mitad del metraje… lo que hace que nos preguntemos para que sirvió tanto de lo que se contó antes.
Porque el guion tiene un gran problema: los pocos indicios que se dejan para adivinar el final son muy obvios, están contados de tal manera que uno no puede no verlos, y luego la explicación de Poirot al resolver el entuerto casi ni los utiliza. Toda la resolución se dio en su cabeza, a través de situaciones que ni él ni nosotros observamos.
La premisa es simple y concisa (como en la mayoría de textos de Agatha Christie): todos y todas pueden ser culpables. En este caso eso está medio diluido entre problemas del corazón, recelos, dinero, e investigaciones secundarias sorpresivas. No termina de cerrar nadie como responsable a simple vista, pero tampoco sentimos que importe quien fue.
La estética parece querer llamar al cine primigenio, con una historia que se desarrolla en los primeros años de la década del 30. Algunas imágenes son espectaculares, aunque (como siempre) se abusa del uso de CGI y pantalla verde para los fondos. No obstante, el trabajo de arte, vestuario y peinado es maravilloso.
Muerte en el Nilo es un whodunit de manual, que aprovecha al máximo el Star System, con actores y actrices consagrados y consagradas haciendo papeles más pequeños. Nos invita a descubrir en conjunto quien es el responsable, pero olvida que para eso es necesario un guion sutil que pueda dejarnos pensando al final y con ganas de volver a ver la película para decir “estuvo ahí todo el tiempo, ¿cómo no lo vi?”.
No es este el caso.