Fue inesperado que en 2017, «Asesinato en el Expreso de Oriente» concitara la atención del gran público. Fue tal el éxito (quizás no lo recuerden así), que multiplicó las ganancias de los estudios de tal manera que estaba confirmada una secuela, poco tiempo después de su estreno. La misma fue programada para 2019, pero por problemas de producción se retrasó y con la pandemia, fue puesta en modo «espera» con todo lo sucedido en este tiempo.
Pero al parecer, le ha llegado el momento. «Muerte en el Nilo» arriba a cartelera en forma global con varios puntos en común con su predecedora: un director y protagonista central veterano y confiable (Kenneth Branagh), un gran elenco, la idea de generar una franquicia y por supuesto, un libro ya probado y exitoso. No vamos a hablar de las versiones previas de este relato, que las hay, porque sabemos que el director las ha visto varias veces y dicha influencia se hace presente en la cinta.
De hecho, Kenneth parece convencido que hay que ser un purista de ideas y diálogos, muy artificioso y teatral y quizás eso no sea tan «mainstream» en estos días. Creo que no todo el público ha retornado a las salas y el sector más reticente a volver, quizás sea al que esta cinta va dirigida.
A ver, los jóvenes y adultos de hasta 40, han regresado a los cines. Los espectadores de mayor edad, no lo han hecho en forma masiva. Ergo, los estudios no arriesgan tanto en este tiempo con este tipo de producciones ni lanzamientos. Prefieren esperar.
Pero como «Death in the Nile» ya estaba lista a fines de 2019… no cambiaba demasiado la ecuación. Lo que si se ve, es que pensar en una tercera entrega para la pantalla grande, no sería demasiado posible con el poco público adulto que transita salas hoy en día.
Y si bien analizo lo comercial en función de la pandemia (que quizás no sea la idea de esta entrada pero… «el contexto es el texto»), hago la salvedad porque creo que Kenneth se pasa de estructurado. Es probable que con un guión menos restrictivo y más abierto (responsabilidad de Michael Green), que jugara con otros elementos, podría pensarse en un producto de más llegada.
La historia vuelve a traer al clásico Poirot, detective belga nacido de la imaginación de Agatha Christie (exitosísima autora de novelas de suspenso y policiales), quien esta vez llegará a un crucero para ser testigo de una conspiración… intrincada. Sabemos que en «El expreso de Oriente» todo sucedía en un tren, aquí, la mayor parte transcurrirá dentro de un fastuoso barco. Como siempre (o en la mayoría de los casos), Poirot se muestra sagaz e incisivo y trata de seguir la pista del asesino bajo condiciones particulares, todas más literarias que cinematográficas (en mi visión).
El elenco de sospechosos y sospechosas se completa con una larga y variada lista de personajes secundarios que tienen su rato de lucimiento personal en interrogatorios y diálogos fugaces e intensos (desde Tom Bateman hasta Russel Brand, de Annette Bening hasta Gal Gadot y más, mucho más). Si la pregunta es… ¿es fiel al libro original? La respuesta es «bastante». Incluso, «demasiado» para mí, en este tiempo atribulado.
Pero es también cierto decir que Branagh tiene bastante carisma para el rol y si bien todo el relato me parece esquemático, los casi 130 millones de dólares que costó, la hacen dinámica y certera. El film luce elegante por en el diseño de arte, el vestuario y la banda de sonido propuesta. Además, toda la ambientación en Egipto… (que era esperable), está muy bien fotografiada.
En pocas palabras, si entraste a la sala y lo tuyo es descubrir el misterio y disfrutar de giros y engaños en una trama sólida, esto te va a gustar.
Si por el contrario, sos un espectador más propenso a ser sorprendido o te gustan las versiones que rompen más la propuesta original en la que están basadas, es probable que te sientas un poco defraudado, como yo.
En líneas generales, se deja ver y a la vez, es también fácilmente olvidable. Demasiado diría. Veremos si la «saga» logra afirmarse o no. La tiene difícil, anticipamos.