Yo no sé que me han hecho tus ojos rojos
Si hay algo que sabemos de Verónica Chen (Vagón Fumador, Agua) es que le gusta innovar y traernos cintas que para bien o para mal siempre causan impacto en el espectador. El tercer largometraje de ficción de esta directora logra combinar thriller, drama, animé e incluso elementos del gore en una trama no convencional que a la vez está atravesada por la xenofobia que hay en nuestra sociedad, y por la crisis de identidad que invade a la protagonista.
Chen nos presenta la historia de Ana (Haien Qiu), una muchacha de origen chino que trabaja dentro de un organismo estatal como inspectora de higiene, pero quien además no habla el idioma chino, cuestión que le genera muchos problemas y discriminación dentro de su comunidad. Así transcurre sus días mientras se pregunta por su identidad y maneja como puede su vida sentimental hasta que descubre un asunto turbio: la policía Argentina está altamente vinculada a la mafia china, hecho que hace tambalear a Ana quien hace todo por descubrir la verdad.
En ese camino a la verdad, comienza a ser perseguida y su vida va a correr peligro, quedando como única opción escapar de la cuidad y llegar hasta un campo pseudo abandonado plagado de violentos conejos carnívoros genéticamente alterados. Dese este momento podemos ver como los recursos del animé comienzan a explotarse mayormente de forma acertada, aunque a veces también innecesario ya que genera confusión en el espectador. En una segunda lectura me permito inferir que el fin de esto, era generar reflexión y relacionar la expansión de esta práctica de dudosa ética con la expansión de la mafia, china en este caso, y de la corrupción que amenaza con devorar nuestro mundo contemporáneo.
Ambas tramas, la de la mafia y la que involucra a los conejos se irán uniendo, para desembocar en un desenlace que no defraudará y nos generará una sensación inquietante por sus tintes esotéricos.
En síntesis, a primera vista el afiche de la película nos “vende” a una heroína, pero al ver el film confirmamos que no, la Mujer Conejo aquí no tiene que ver con eso, sino con rasgos difusos, inclasificables que la tornan a ella y a su historia aún más misteriosas y atrapantes dentro de un guión que no escatima en la rareza y lo extravagante. Sin embargo, las cualidades actorales no hacen que el film sea totalmente convincente, sumado a una narrativa que si bien genera un clima de intriga constante, por momentos cae debido a cuestiones de diálogo. A pesar de esto, Chen una vez más nos trae un film excepcional que abunda en creatividad para tocar varios de los grandes temas humanos: la identidad, la corrupción y la discriminación.