La ópera prima del islandés Erlingsson, De caballos y de hombres, también fue estrenada en la Argentina. A pesar de demasiadas dificultades, la distribución independiente sigue viva y ahora podemos ver la segunda película de este director, que plantea sus narraciones con ambición, recursos diversos y no pocos riesgos.
Mujer en guerra nos presenta a Halla, convencida de cometer atentados energéticos en aras de la ecología. Pero Halla es mucho más que sus convicciones (o fanatismos): dirige un coro, hace ejercicio, quiere adoptar una niña. Y la película es mucho más que un relato adocenado. La música parece serlo al principio, pero su puesta en escena no lo es, y ya no lo será. La narración muta, abandona con frecuencia probables ataduras realistas, y nunca queda presa de la solemnidad; Erlingsson prefiere incluso una breve y disonante comicidad "latina" que quizá funcione como tal en Islandia.
En una de sus dimensiones, esta es una película de aventuras, de supervivencia, con una protagonista que potencia el relato con su plasticidad y tensión físicas, y con su duplicidad en pantalla. La idea de la gemela quizá sea otro agregado no muy sutil, pero es también otra evidencia de que estamos ante un director que reniega del hoy ya dañino "menos es más". Para Erlingsson, más es más, y así prueba caminos que a veces son desvíos, pero mayormente seduce con apuestas eficaces y en ocasiones contundentes y vitales.