No debe haber muchas cinematografías en el mundo que en el transcurso de unos pocos meses estrenen dos thrillers sobre mujeres asesinas que mutan de una a otra y en el que ellas son interpretadas por varias actrices distintas. En el caso de MALA, de Adrián Caetano, eran cuatro. Aquí son tres. En ambos casos, diríamos, son mujeres psicológicamente dañadas que hacen una particular defensa de género (del femenino, digo, no del género cinematográfico). Aquí, la protagonista tiene sexo con hombres a los que luego mata de manera violenta, algo que de a poco la irá poniendo en la mira de un policía que parece ser el único que entiende algo del caso.
Usando el sexo como arma y la conquista callejera como medio muy sencillo de atraer presas, ellas hacen su trabajo. Las tres personalidades de la mujer tienen sus importantes diferencias: una es salvaje y descarnada (Mónica Lairana), otra es tímida y reprimida (Guadalupe Docampo) y otra es sexy y voluptuosa (Luján Ariza). Y es así como entran en conflicto con los demás y, en un punto, con “ellas” mismas. La película es estilizada y trash a la vez, barata y elegante, perversa y juguetona, inocente y zarpada (con muchas escenas de sexo) en un combo desaforado en el que pareciera que todo vale.
bafici mujer loboMUJER LOBO (no confundir con MALA pero tampoco con MUJER CONEJO, de Verónica Chen) es una curiosidad, atrapante por momentos y risible en otros, de algún modo fallida en un sentido positivo: allí donde el cine argentino gran parte de las veces juega sobre seguro, manejándose dentro de la comodidad de formatos probados, Garateguy se zarpa (ver si no una escena “caliente” con Guillermo Pfenning, rara en el cine argentino comercial) y entrega un producto desaforado y salvaje. Seguramente podría ser mejor, pero se agradece el desparpajo.